En la rambla montevideana, el Castillo Pittamiglio lleva un siglo cautivando a vecinos y turistas con siniestras esculturas, torres desparejas y leyendas sobre su difunto dueño, un excéntrico alquimista que, aunque lo legó a la ciudad, prometió en su testamento volver a morarlo después de resucitar. Fotos: EFE
De su casa Humberto logró hacer un templo donde se dedicó a buscar la paz que ansiaba, aunque para ello pasó prácticamente toda su vida ideando y construyendo en él nuevas salas, torres y patios.
A cada paso, el visitante se encuentra con símbolos ocultos, escudos camuflados e imágenes fantásticas, imposibles de descifrar y entender sin la ayuda de un experto.
"Era muy cristiano y llegó a ser muy amigo del Papa Pio XII, de quien se dice que le dio el Santo Grial para que lo guardara en su casa", agregó la escritora sobre uno de los mitos.
"Los vecinos le temían, porque le veían pasear a altas horas de la madrugada con su larga capa de forro carmesí", recordó Vigil, quien como oriunda del montevideano barrio Punta Carretas, donde se ubica la edificación, oyó desde joven las historias que del lugar se contaban.
"Su padre era zapatero y su familia, muy pobre, pero él consiguió prosperar hasta convertirse en un prestigioso arquitecto", explicó la escritora uruguaya Mercedes Vigil, autora de un libro sobre Pitamiglio titulado "El alquimista de la Rambla Wilson".
Desde entonces, cientos de leyendas han rodeado al castillo, donde se llegó a decir que estuvo escondido el Santo Grial y donde, según los vecinos, se llevaban a cabo ritos satánicos y grandes orgías.
Vista interior del Castillo Pittamiglio.
En la rambla montevideana, el Castillo Pittamiglio lleva un siglo cautivando a vecinos y turistas con siniestras esculturas, torres desparejas y leyendas sobre su difunto dueño, un excéntrico alquimista que, aunque lo legó a la ciudad, prometió en su testamento volver a morarlo después de resucitar.