Era un deleite viajar hasta hace un año. Tomar un avión implicaba simples y rutinarios trámites y a nadie se le hubiera ocurrido pedirte una identificación con fotografía para abordar un vuelo nacional. Ello fomentaba la hermosa costumbre de invitar a la secretaria a visitar cualquier destino playero sin mayor problema pues si había posibilidad alguna de que te identificaran simplemente hacías la reservación a nombre del señor y la señora Pérez y ahí terminaba el dilema.
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Actualmente la paranoia es tal que a la menor provocación te confunden con hijo de Bin Laden. Si por error llevas en el equipaje de mano una navaja para cortarte las uñas inmediatamente entras a formar parte del grupo de enemigos de Bush (léase “eje del mal” ). A todos les abren el equipaje y las señoritas encargadas del proceso literalmente sacan tus trapitos al sol. Si de casualidad llegan a toparse con una ametralladora UZI jamás tendrán inconveniente en preguntar: ¿y esto para qué sirve? Son casi tan listas como el imberbe que redactó el cuestionario de la visa gringa y sus indagatorias del tipo de: (a) ¿piensa atentar contra la seguridad nacional? (b) ¿pretende introducir y traficar con psicotrópicos y demás sustancias ilegales? (c) ¿si las Torres Gemelas siguieran en pie las tiraría?
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Tanta revisión fomenta el cachondeo. Con el pretexto de que sonaste bajo el detector de metales ahora te meten mano por todos lados. Finalmente no sería tan molesto si las muchachonas se asemejaran a Pamela Anderson o Raquel Welch pero desgraciadamente escogen clones de Dulce María Sauri y ahí termina el encanto. Además exigen que prendas tu celular. Ya en la mera entrada al pájaro volador vuelven a cotejar que el nombre del pase de abordar coincida con el de la credencial de elector y de pasada comparan la foto impresa con tu cara. Para acabarla de fregar se te quedan viendo con expresión de ¿será el mismo? Yo de plano les contesto: claro que soy b..., nomás que estoy algo sobrado de carnes.
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Todos toman su lugar e inmediatamente las aeromozas hacen sus rondas de reconocimiento con el objeto de detectar pasajeros pertenecientes a grupos terroristas. Dicha actitud sería justificable dentro de la ruta Nueva York-Londres dadas las circunstancias, sin embargo considero fuera del lugar esas miradas inquisitorias por parte de la tripulación durante un vuelo originado en Durango cuyo destino final sea Puebla. Y es que en una de ésas a alguien se le ocurre secuestrar un aparato de Aerocalifornia con el propósito de derribar la Torre Latinoamericana y pues no vaya a ser la de malas ¿verdad?
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Vete olvidando de pasar períodos prolongados en el baño. Ya sea por una intensa diarrea después de los huevos motuleños de hace dos horas o porque quieres aventarte un rapidín con tu chava, es recomendable evitar estancias mayores a tres minutos pues los sobrecargos echarán a andar su calenturienta imaginación y por consenso decidirán que el pasajero fulano lleva un ratote en el salón del trono fabricando una bomba casera compuesta por la bolsa de los cacahuates, la del vómito, la tinta del instructivo de emergencia; todo en combinación explosiva y letal.
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Hace unos meses bajaron del avión a un individuo que portaba senda camiseta con la imagen de Osama bin Laden. Los nervios están a la orden del día y es recomendable no herir las susceptibilidades de empleados de cualquier línea aérea. En vista de lo anterior recomiendo nunca de los nuncas usar playeras con fotografías de las siguientes personas pues bien podría cundir el pánico general: (a) Martha Sagahún (b) Sasha Montenegro (c) Carlos Román Cepeda (d) La llorona (e) Félix Salgado Macedonio (f) Rogelio Montemayor (g) Carlos Salinas de Gortari (h) Diputado Benjamín Ayala.
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Pasaron los tiempos en los que cualquier infante podía dirigirse con tranquilidad hasta la cabina de pilotos, conocerla y de pasada estrechar la mano del flamante Commander Juan Nepomuceno Archundia. Ahora esa sección se convirtió en área restringida y las puertas están cerradas a piedra y lodo. Me consta pues el director de Allegro Airlines recientemente declaró que “con el objeto de reforzar y retardar la entrada hemos puesto un palo de escoba atravesado”. Bueno, pues el caso es que si de casualidad el capitán pide un cafecito durante el trayecto, en el momento en que esté listo y caliente las aeromozas hacen valla como para parar un penal, miran con desconfianza a los pasajeros y en sus ojos se puede leer clara advertencia : “aguas con el c... que se acerque mientras le damos gusto al comandante”.
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Viajar ya es un lío. Yo quería ir a darle su visita conyugal a Gloria Trevi pues además de que se la merece se me hace un crimen que a cada rato la anden embarazando a serbatanazos. Desgraciadamente mi boleto de avión era para hoy y en vista de la situación las cosas se miran francamente complicadas. Previendo lo anterior fue que les mandé sendo telegrama a Eliseo Mendoza Barrueto, Juan Gabriel y a Don Ernesto Alonso para que me supliesen en tan honrosa tarea. Juanga se declaró “incompetente”, Alonso anda volviendo a enterrar a la Doña y el otrora gober todavía no contesta.
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