AP
SEUL , Corea del Sur.- El presidente estadounidense George W. Bush y su colega sudcoreano Kim Dae-jung dijeron ayer que no pueden aceptar la decisión norcoreana de reanudar su programa de armamento nuclear pero acordaron que buscarán una “solución pacífica” a la crisis, informó la oficina de Kim.
Bush telefoneó a Kim la noche de ayer para hablar de las renovadas preocupaciones relacionadas con el supuesto programa de armamento nuclear del estado comunista.
Corea del Norte dijo el jueves —acusando al gobierno de Bush de adoptar una posición intransigente contra su régimen— que reactivará las instalaciones nucleares no utilizadas desde el pacto de 1994 con Washington.
“Ambos jefes de estado acordaron que no pueden aceptar la decisión norcoreana de retirar la prohibición nuclear, y acordaron que instarán a Corea del Norte a que se retracte de su decisión”, dijo el asesor nacional de seguridad de Kim, Lim Sung-joon.
Pero los líderes también “acordaron continuar con sus esfuerzos para encontrar una solución pacífica”, agregó.
El énfasis en una solución pacífica sugiere que los dos líderes tratan de evitar que la situación empeore hasta llegar a una crisis similar a la de 1994, que casi desembocó en una guerra en la península coreana.
Analistas de seguridad creen que Corea del Norte había construido una o dos bombas nucleares antes de congelar las actividades en sus instalaciones nucleares en 1994. Si es reactivado, el programa puede producir rápidamente suficiente plutonio para varias bombas más, según creen. Corea del Norte dice que sus instalaciones fueron construidas para la generación de electricidad.
Bush expresó su confianza en que es posible resolver pacíficamente la crisis nuclear en la península dividida y dijo que espera “enviar un mensaje al líder norcoreano Kim Jong Il en el sentido de que Estados Unidos no tiene intenciones de invadir su país”, dijo Lim a la prensa sudcoreana. Kim subrayó la importancia de la cooperación de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur en el manejo de la crisis, agregó Lim.
Los líderes hablaron también sobre el creciente sentimiento anti-estadounidense en Corea del Sur tras la sentencia absolutoria dictada a dos soldados estadounidenses que atropellaron y mataron con un vehículo blindado a dos niñas sudcoreanas, en junio.