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Addenda/Lecciones de vida

Germán Froto y Madariaga

Sonia y Felipe llegaron a la casa, después de muchos años de ausencia. Pero nos pareció que nunca se habían ido.

Fue como si el agua del Río Nazas hubiera vuelto a correr como en aquel memorable año del noventa y uno, y otra vez, de tarde en tarde nos dispusiéramos en la sobremesa a platicar sobre el mundo y sus avatares; el destino de México y el amor a la Patria; sus visiones y vivencias y las nuestras.

Es interesante comprobar, una vez más, cómo cuando verdaderamente te identificas con una persona bastan unos cuantos minutos de charla para retomar el hilo de toda una vida.

Bien decía Cicerón que la amistad entraña la existencia de una sola alma en dos cuerpos distintos. Como Marcel Proust, pasamos de un momento a otro, de un año a otro (como es éste): “En Busca del Tiempo Perdido”. Sin advertir que no hay tiempos perdidos sino tiempos vividos. Mejores o peores. Con plena conciencia o inconscientemente. Pero todos vividos para bien o para mal, según la filosofía de cada cual.

En esta casa en donde bullen los bellos recuerdos de otros tiempos y otras charlas. De sorprendentes enseñanzas. De lecciones por venir. En esta casa, nos encontrábamos reunidos de nuevo.

Al través de su penúltimo libro: “La primera enseñanza”, como si él lo estuviese platicando, escucho la voz de Felipe en boca del marinero ilustrado (personaje central de esa obra), cuando nos alecciona de esta manera:

“La creación está completa. Sufrimos porque no la aceptamos; estamos llenos de deseos; queremos ser dueños de los objetos, los seres y los destinos. Queremos salud, riqueza, fama, poder, quedar libres de problemas. Y todo lo queremos para siempre y en cantidades inagotables”.

En efecto, aunque la creación está completa y nosotros podríamos ser felices si la aceptamos como tal, no lo somos porque nuestros deseos son muchos y jamás se acaban. Entre más tenemos más deseamos. Aun la salud que es la base de una buena vida, nos puede generar problemas si no sabemos manejar la energía que ella produce en nuestro cuerpo.

La riqueza, la fama y el poder, representan otros tantos problemas si no los usamos para el bien, de manera tal que, visto con esa óptica, nunca quedaremos libres de problemas.

“La felicidad reside en el desprendimiento”, dice el marinero ilustrado. Ella, “no depende de lo que tengas; depende de que sepas ser feliz”.

En ese sentido, entre más tengamos menos nos podremos desprender. Entre más riqueza acumulemos, más nos preocuparemos por cómo conservarla, o cómo acrecentarla.

Igualmente, entre más fama alcancemos, más nos preocupará el no ser suficientemente conocidos y aún más nos molestará el no ser reconocidos.

El poder es esclavizante cuando se tiene una idea equivocada de para qué sirve. Todo poder es prestado y se finca en cosas efímeras. Por eso también, ensoberbece cuando se ejerce sin límite y entristece cuando se ha perdido.

Por ello, es muy cierto que la felicidad no depende de lo que tengas, sino de que sepas ser feliz con lo que tienes.

“La mente –dicen que dijo el marinero— tiende a vivir en el pasado o en el futuro, y lo que importa es el presente. Las ensoñaciones del pasado y el deseo de algo diferente en el futuro son causa de nuestra infelicidad”.

Es cierto. Lo hemos sostenido en otros momentos. En tiempos como éstos, en que está por concluir un año e iniciar otro, nos empeñamos en que lo bueno que hemos vivido se repita y lo malo nunca más vuelva a sucedernos.

Pero olvidamos que somos nosotros lo que le damos una u otra connotación. Porque no hay nada bueno ni malo, ya que todo puede ser para bien si vivimos simplemente en el presente.

“Vivimos –dijo el marinero— rodeados de títulos y trámites. Tenemos demasiados títulos y seguimos demasiados trámites. Creemos que somos eso, títulos y trámites. La verdadera sabiduría se alcanza en el vacío de la mente, en el reino del silencio. Ese conocimiento nos libera de toda esclavitud”.

Cuánto daño nos hacemos y hacemos a otros colgándonos títulos y poniéndolos sobre los demás.

La vida se nos va embrollados en trámites que nunca concluyen o para cuando esto sucede, ya tenemos enfrente otros más que realizar.

Por tanto, debemos estar conscientes de que la vida es algo más que títulos y trámites. No es más, quien ha estudiado más, sino quien realmente ha vivido más, al margen de cuánto haya estudiado.

Si la sabiduría se alcanza en el vacío de la mente, tanto conocimiento puede llegar a estorbar para alcanzarla.

Para lo que se quiera alcanzar, vaciarse es fundamental. No sólo dicen que lo decía el marinero ilustrado, también lo dijo la Madre Teresa de Calcuta en su ideario. Y así sostenía que, para que Dios te colme de ÉL, debes vaciarte de todo.

En su cuaderno de apuntes, el marinero ilustrado escribió un día: “Deja de preocuparte por lo que haces; tienes que ser sólo un testigo de la creación. Todo sucederá como debe suceder. Sólo el Ser es el hacedor”.

¿Tenemos qué preocuparnos por lo que haremos el próximo año? ¿Tiene sentido el hacerlo si todo sucederá como debe suceder?

Felipe y Sonia se despidieron de nosotros. Pero no se ausentaron, porque siempre están presentes en esta casa y en esta mesa.

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