-LA LEYENDA DEL CORCEL
-La tarde de este domingo
"CAGANCHO" DICE ADIOS A LOS RUEDOS
-"HA INTERPRETADO PERFECTAMENTE MIS SUEÑOS TOREROS", COMENTA SU JINETE
Sin duda es el corcel más famoso del toreo a caballo en la historia del rejoneo. Quizá haya habido y existan otros que sean hasta superiores, pero ninguno con la fama de este cuatralbo lusitano, con 16 años de edad, apto ya para la recría.
Es un caballo con sensibilidad, hasta medroso; sin embargo, como los toreros de arte, lleva dentro una esencia que lo hace especial.
También, como gran figura, ya se retiró de las dos plazas más importantes del mundo: Madrid y Sevilla y agrega ahora la México, la tercera en importancia.
De él, dice su dueño, Pablo Hermoso de Mendoza: -Lo más importante que me dio fue el poder canalizar y transmitir al público, de forma sincera, el toreo que llevo dentro. Fue un hilo conductor perfecto para expresar lo que he soñado. Ha interpretado perfectamente mis sueños toreros. los hizo realidad en la cara del toro.
“Cagancho” tiene en su historial seis cornadas y se retira en su mejor momento, cuando la madurez le deja transmitir arte y valor.
La pureza de su toreo en cite, embroque, temple, ligazón, y remate es una revolucionaria enseñanza que, más que crear escuela, cambió la concepción del toreo a caballo, llevando esta disciplina desde el número del caballito a la más extrema y difícil interpretación del toreo: parar, templar y mandar, conjugando en grandioso birlibirloque los sentidos de tres seres vivientes.
Los remates y pasadas entre el toro y las tablas son auténticos lances del toreo de muleta, asemejándose a hondos naturales, ceñidísimas chicuelinas y desmayados desdenes. A “Cagancho” le retira su propia grandeza y el sentido profesional de Hermoso.
No nació predestinado para el éxito. Quizá todo lo contrario.
Cuando Pablo Hermoso se encontró con él en Portugal, “Cagancho” era el regalo que recibió Brito Páez por enseñar a montar a una niña. Entonces tenía cuatro años y vivía entre las trancas de una oscura cuadra del olvido. Hermoso de Mendoza pronto se fijó en él, atraído más por la estampa del animal que por sus condiciones físicas. Las gestiones para conseguirlo fueron rápidas. Y el precio, ridículo para lo que hoy podría llegar a pagarse por él. Entonces: poco más de mil 800 dólares por aquel animal que no evidenciaba ningún signo para el toreo. Casi 12 años después, la cantidad que podría pagarse hoy por “Cagancho” podría alcanzar en el mercado los 300 mil dólares.