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ALECO / Depresión y menopausia

Raúl Domínguez González

(1ª. Parte)

Si bien la menopausia puede considerarse como “una fecha en el calendario reproductivo”, es un término más añejo que climaterio que, a pesar del impresionante avance en la investigación relacionada con los diversos sucesos de esta etapa en la vida reproductiva de la mujer sigue utilizándose, sobre todo, para marcar diferencias de estatus. La mujer, a quien antes de menstruar le llaman niña, comienza su vida aciaga a partir de sus menstruaciones, pero sus dificultades no terminan con la desaparición de éstas, al contrario; se acrecientan. Si bien sigue siendo mujer, ya no es la misma: ahora es una mujer mayor... menopáusica.

Ser menopáusica no significa tanto ya no menstruar, sino volverse, según calificativos de otros, histérica, loca, caduca, nerviosa. Pero lo importante no es cómo nos consideran, sino cómo nos sentimos. Que muchas mujeres nos deprimamos cuando estamos cerca o hemos pasado la menopausia, es cierto. Pero también es verdad que quienes más se deprimen son las que no aceptan el tránsito por esta etapa de nuestra historia reproductiva.

La depresión es un trastorno afectivo que sí puede manifestarse con la menopausia, pero no es una característica particular de ésta, ya que no todas las mujeres se deprimen. La mayoría de las mujeres que sufren depresión peri o postmenopáusica tienen problemas subyacentes, problemáticas no resueltas, carencia de planes para el día siguiente.

“Cuando cada tarde y cada noche nos detenemos a meditar cómo continuaremos nuestro plan de vida el día de mañana, el despertar se espera siempre con ansia y entusiasmo. La ausencia de planes y proyectos por realizarnos postrará en un sillón o en nuestro lecho”.

Está más que confirmado que la menopausia es un problema de los tiempos que corren, pues ahora las mujeres vivimos más años después de la misma. Esto acarrea más problemas por resolver, pero conforme más mujeres llegan a la menopausia, más estudia y profundiza en el conocimiento de esta etapa de nuestra vida reproductiva.

En la actualidad es insólito creer que las alteraciones que ocurren después de la menopausia respondan a la influencia del demonio, como tantas veces se afirmó y escribió incluso en los decenios de 1940 y 1950. Ahora sabemos que la causante de nuestros bochornos, mal humor y tristezas es la declinación ovárica, situación ajena a nuestro particular demonio.

En la década de 1960, Wilson propuso, como un avance importante, el mito de la menopausia como enfermedad por deficiencia de estrógenos. Mencionaba que en esa etapa las mujeres adquieren un insípido sentimiento, un estado negativo en el cual el mundo se ve a través de un velo gris y viven como dóciles e inocentes criaturas.

Parecía como si las concepciones mágicas de la menopausia unidas a conceptos como envejecimiento, pérdida de la valía o la belleza hubieran contribuido a crear una visión negativa de esta fase de la vida en nuestra cultura occidental. Si a esto le sumamos la hipervaloración actual de la juventud, la belleza, la salud... etc., parece lógico que la menopausia mantenga un carácter esencialmente negativo, lo que en gran medida condiciona la respuesta psicológica de la mujer y la posible aparición de otros síntomas.

El cese de las menstruaciones constituye un episodio normal en la vida de la mujer, es otro de sus ciclos, otra de sus etapas de transición y, por lo mismo, supone una serie de adaptaciones determinadas por el medio social y cultural donde se desenvuelve la mujer, así como por su personalidad. Los sucesos que rodean una etapa de transición normal, como la menopausia, pueden transformarse en una situación crítica si la mujer no acepta o no se prepara para enfrentar un período de cambio tan importante como éste.

Algunos autores han denominado al climaterio como la crisis del desarrollo, debido a que puede convertirse en una grave amenaza por ser el tiempo en que se pierde la juventud y la capacidad biológica para procrear; de aquí surge el temor a la dependencia de la familia y la sociedad, en la medida en que la menopausia representa para la mujer su cercanía con la vejez.

Los factores que influyen en la menopausia son endocrinos y metabólicos, de personalidad, psicológicos, culturales, de variables sociodemográficas y de acontecimientos vitales.

El concepto depresión: puede aludir a un estado de ánimo, un síntoma o un síndrome, y tiene diversas acepciones. Un estado de ánimo deprimido es una emoción humana normal que todos experimentamos en algún momento de nuestra vida. Los sentimientos de tristeza y desencanto forman parte de la experiencia normal. La depresión, entonces, se convierte en un síntoma patológico en virtud de su intensidad, manifestación, duración e interferencia con el funcionamiento social o fisiológico.

El síntoma de estado deprimido anormal se manifiesta como parte de un síndrome depresivo, un trastorno en el que aparece un decaimiento persistente del estado de ánimo como rasgo primario.

La clasificación de la enfermedad depresiva sigue siendo motivo de controversia. (Continuará).

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