El proceso de envejecimiento afecta a todos los sistemas biológicos. Los cambios degenerativos tisulares aparecen a lo largo de la vida y son más aparentes cuando el sistema involucrado ha adquirido su máxima capacidad. En la mujer, la funcionalidad del eje neuroendocrino reproductivo tiene una vida finita que, desde el punto de vista filogenético, está determinada por la interacción de cronogenes con el medio externo.
El envejecimiento ovárico se manifiesta con disminución paulatina de la esteroidogénesis gonodal y agotamiento de la reserva ovárica. Como resultado de ello, la fertilidad en la mujer sufre un decremento a partir de los 30 años de edad, una disminución acelerada a partir de los 35 años y una caída muy importante después de los 40 años. En la mujer la manifestación máxima del envejecimiento reproductivo es la menopausia.
Con frecuencia, los cambios fisiológicos que preceden a la menopausia suelen detectarse tardíamente, circunstancia que limita intervenciones tempranas en el proceso salud-enfermedad, por ejemplo, se ha señalado que en mujeres de alrededor de 35 años de edad que se embarazan existe una mayor frecuencia de aborto espontáneo, anormalidades cromosómicas fetales y complicaciones obstétricas. De manera concomitante, en este grupo de mujeres la masa ósea empieza a decrecer, mientras las concentraciones de estrógenos en sangre disminuyen.
Ahora se sabe que estos cambios se inician hacia mediados del tercer decenio de la vida y que representan la incompetencia de las células de la granulosa por mantener la esteroidogénesis y foliculogénesis ovárica; son manifestaciones sutiles que preceden a la insuficiencia ovárica fisiológica. Esta etapa que antecede aproximadamente en diez años a la menopausia y un año posterior a ella, y que se caracteriza por una serie de alteraciones clínicas y hormonales susceptibles de identificación, se ha denominado perimenopausia. A pesar de que la perimenopausia está bien descrita y puede diagnosticarse con suma facilidad, se le ha restado importancia, no obstante que el diagnóstico y tratamiento oportunos de estas sutiles alteraciones perimenopáusicas mejora a corto plazo las secuelas predecibles del hipoestrogenismo y, más aún, la calidad de vida de la mujer climatérica.
Desde este contexto, la perimenopausia representa una etapa de transición en la senescencia gonodal femenina, caracterizada por una serie de alteraciones clínicas y hormonales susceptibles de ser identificadas y cuyo tratamiento temprano da como resultado, en el corto plazo, una mejoría en la calidad de vida de la mujer en el climaterio.
Por todo lo hasta aquí expuesto, es de suma importancia que en mujeres de alrededor de 35 años de edad se detecten todas las alteraciones clínicas y hormonales que anteceden a la menopausia y establecer un tratamiento oportuno de las mismas. De esta manera y de acuerdo con el esquema de la historia natural de la enfermedad se limitará el daño.
Visitar a su médico antes de tiempo, es el mejor paso en su vida.
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