INTRODUCCIÓN
Cuando la terapia de reemplazo hormonal no es posible
La terapia de reemplazo hormonal (TRH) ha sido uno de los enfoques más convincentes a favor de mejorar la calidad de vida a los años de las mujeres postmenopáusicas. El concepto de TRH está abierto a la discusión.
Después del inicio de la menopausia muchas mujeres se quejan de molestos síntomas que pueden afectar negativamente su calidad de vida. Los síntomas vasomotores (bochornos), irritabilidad, estado de ánimo depresivo, insomnio, disfunción sexual, dolores óseos y articulares, aumento de peso, etc., se encuentran entre los que más a menudo producen malestar y determinan que una mujer busque consejo médico.
Por otro lado está bien establecido que después de la menopausia existe un claro incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares y osteoporosis.
Se acepta que tanto los frecuentes síntomas incapacitantes como el riesgo de enfermedades a una edad avanzada, se relacionan principalmente con el pronunciado descenso de los estrógenos circulantes, característica de la insuficiencia ovárica primaria, el distintivo de la menopausia fisiológica en la mujer de edad media. El tratamiento con estrógenos es efectivo en el alivio de la mayoría de los síntomas y en la modificación favorable de los factores de riesgo anteriormente mencionados.
Las hormonas han sido consideradas por las mujeres durante largo tiempo como medicamentos maravillosos o como muy peligrosas, relacionadas con el cáncer, hirsutismo, aumento de peso, etc. Por el contrario, existen pocas contraindicaciones médicas, absolutas y relativas que pueden impedir el uso de la TRH en algunas mujeres. Sin embargo en la mayoría de los casos, no es posible el empleo de la TRH porque la mujer no quiere, ya que está negativamente influenciada por las “malas noticias” transmitidas a menudo en forma incorrectamente, por los medios de comunicación. Lamentablemente, en muchos casos “las malas noticias son buenas noticias” y es lo que más vende.
La sintomatología de las mujeres menopáusicas no es universal. En diferentes estudios, entre distintos grupos étnicos y culturales de todo el mundo, se ha demostrado que existen “importantes diferencias en la forma en que las mujeres experimentan los síntomas y en sus respuestas a ellos, lo que refleja las influencias culturales sobre los modelos que explican la menopausia, los estilos de vida y a su vez, la biología”... “Sus estilos de vida, ejercicio e ingesta nutricional, afectan la forma en que se experimentan los síntomas y el malestar que causan”. Las mujeres filipino-americanas de edad media, consideran la transición perimenopáusica de forma positiva como parte de la vida normal que no tiene por qué causar preocupaciones.
La 1998, el North American Menopause Society Survey (Encuesta de la Sociedad Norte Americana de Menopausia de 1998) concluyó que la mayoría de las mujeres ven la menopausia y la edad media como el principio de numerosos cambios positivos en su vida y su salud. Por tanto, algunas mujeres pueden no sentir la necesidad de la TRH, mientras que otras pueden no quererla.
En un estudio reciente en 3,000 mujeres de más de 50 años de edad, 1,350 no recibían TRH. De éstas, el 82% eran menopáusicas, de las cuales sólo el 21% había sido tratado con TRH en el pasado. Las razones para no tomar TRH incluían las siguientes: el 49% ya no tenía síntomas menopáusicos, el 45% no quería tomar TRH, al 33% no le fue ofrecida por sus médicos, el 28% tenía miedo de tomarlas.
Por tanto, en ocasiones la TRH no es posible, sea porque la mujer no sienta la necesidad o bien porque tenga miedo. Con frecuencia esto es debido a la falta de información, de la que los profesionales de la salud son los responsables.
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