Aún cuando ya en las páginas de sociales de El Siglo de Torreón se hizo una amplia reseña de la fiesta de Navidad del Club Sembradores, con excelentes fotografías de nuestro buen amigo Ramón Sotomayor, vale recordar algunos detalles que le dieron singularidad, como fueron los concursos de sombreros, que en el de damas ganó Celia Jalife de Iriarte, con una combinación de gorro y velo, elegante en verdad, y como premio especial el que se dio a Martha Torreblanca de Ledesma con su sombrero de Arlequín. El premio en el certamen de varones lo obtuvo Hugo García Sánchez, con su ingenioso sombrero-cachucha que simulaba una pelota de golf.
Pero lo regocijante fue el juego en que los señores participaron, en el que portando todos, menos uno, sendos bombines los iban circulando al compás de un ritmo musical y cuando se interrumpía la tonada, uno de los varones concursantes quedaba sin bombín siendo de inmediato eliminado y excuso decirte los trucos empleados para no quedar fuera, pero a pesar de todos esos ardides, Rogelio Barrios Cázares sonriente y muy ufano, quedó triunfante.
Hubo regalos de Navidad para cada pareja y un rebozo tapatío para cada señora. Total: la directiva encabezada por Fernando y Laurencia González Lafuente echaron la casa por la ventana.
¡Qué gratas reminiscencias de la más pura esencia familiar se recrean en la mente en estas fiestas decembrinas!
Vienen en tropel los recuerdos de aquellas posadas con sus ritos entre paganos y religiosos. Las ventrudas piñatas con sus frutas y golosinas y como culminación, la noche de Navidad en la que conmemoramos, con alegría y cánticos candorosos, el nacimiento de aquél que hace veinte siglos vino al mundo a enseñarnos, con su ejemplo y con su palabra, los caminos del amor, la paz y la concordia.
Son remembranzas del ayer que hoy nos traen la presencia de todos aquéllos que nos han dado el amor de padres, de esposa y de los hijos. El cariño de hermanos y el afecto del amigo.
Por eso hoy tengo un fervoroso recuerdo pleno de amor para aquéllos que están ya a la vera del Señor.
Hoy tengo las flores frescas de la amistad que con dilección las ofrezco a los amigos y...
Que todos los días venideros sean de bienaventuranzas con la presencia de sus seres más queridos.