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Amor de otoño

Historias de noviazgos en adultos mayores

MEXICO, D.F.- No sabemos cuándo o cómo puede tocar el amor a nuestra puerta. Y un vivo ejemplo es el caso de don Bernardo, quien a sus casi 80 años, sigue enamorado de la vida y de Gloria, su novia, con quien lleva dos años de noviazgo.

A la fecha, no olvida la tarde que coincidieron, ni tampoco el momento en el que una sonrisa y un gesto de cariño, “bien correspondidos”, fueron el paso decisivo para dar inicio a su relación, que califica como hermosa.

“La conocí en la plaza de la Ciudadela y desde que la ví me gustó. Me llamó la atención su forma de ser: tiene un carácter muy agradable y es de mucho ambiente; además, le gusta bailar. Si ahorita económicamente estuviera bien, me casaría con ella. Tenemos una relación bonita y sincera, que queremos dure para siempre”, dice el tierno abuelito al recordar la situación en que conoció a su amada, a su actual compañera, quien le ha devuelto la alegría.

Gloria y Bernardo, viudos los dos, han decidido verse dos veces por semana (sábados y domingos); han acordado respetarse, quererse mucho y confiarse lo que piensan. Ya solos -como todos los novios- hablan de sus sentimientos, de sus miedos, sus deseos y de su pasado.

“A Bernardo le cuento sobre mis enojos y mis problemas. Estoy muy contenta de ser su novia porque él es atento, caballeroso, detallista y demasiado formal”, comenta Gloria.

Ellos son una pareja en la que existe mucha comunicación. Cuando salen a “dar la vuelta” se comparten los gastos; ambos saben que “hoy son otros tiempos” en los cuales, la mujer se ha vuelto más participativa en el rubro económico.

“A veces él no tiene dinero y yo invito. No me molesta porque sé que cuando tiene, paga. Además es una forma de compartir”.

A diferencia de muchas personas, que por temor a la responsabilidad o por sentirse viejos, le cierran las puertas al amor, Bernardo y Gloria decidieron darse la oportunidad de volver a enamorarse y tener una ilusión.

Pero así como existe la dulzura en las relaciones amorosas entre adultos mayores, tampoco faltan los desengaños y rompimientos. Ese es el caso de Irene, de 76 años, y Pedro, de 81, cuyo noviazgo tuvo que llegar a su fin.

“Me dijo que lo nuestro ya no funcionaba y que estaba saliendo con otra persona. Yo respeté su decisión y estoy feliz porque fue un buen compañero todo el tiempo. Con él compartía mis penas y mis gustos”, recuerda Irene, maestra de gimnasia.

Su noviazgo, al que en un inicio se opusieron sus hijos, duró poco más de ocho años.

“Había muchos detalles entre nosotros. Yo le regalaba alguna loción o alguna corbata que me gustara. Él siempre fue un caballero, me ayudaba a subir y bajar del microbús, a ponerme y quitarme el saco. Me daba la acera y nos tomábamos de la mano al caminar”, evoca Irene.

Sin embargo, ese rompimiento no le quita la esperanza de volverse a enamorar e iniciar una nueva relación, pues considera que aún a su edad puede encontrar a alguien que la quiera, aunque asegura que ya no sería un “noviazgo formal” como el que tuvo con su todavía muy recordado Pedrito.

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