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Ana Botella y Hillary Clinton/¿Qué tienen en común?

Patricio de la Fuente González-Karg

No han sido sólo primeras damas, sus aspiraciones van más allá de ser el centro de los reflectores; la política y el poder son los ingredientes principales de su estilo de vida.

Hillary dejó de ser la asesora del presidente de los Estados Unidos de América para convertirse en senadora por Nueva York, uno de los estados más emblemáticos de la Unión Americana.

Y ahora a Ana Botella le han ofrecido entrar en la escena pública cuando todavía su marido es el jefe del gobierno español, y ella no ha declinado la oferta; a la legislación española parece no causarle ningún problema este hecho. Me hubiera encantado ver a Nilda Patricia Velasco de Zedillo trabajando para Andrés Manuel López Obrador, sorteando con entereza los desvíos del presupuesto y la debacle con los segundos pisos del periférico; pero en los países del primer mundo, las cosas se manejan de diferente manera, y miren que estar comparando a una mujer anglosajona del país más poderoso del mundo con una de la España actual, heredera de una tradición que hasta hace muy pocos años era miembro de un tercer y medio mundo, eso sí se llama ascenso, y no sólo por ser un miembro más de la ahora Unión Europea; España ya brillaba con luz propia. Efectivamente la madre Patria se incorpora a las filas de los grandes, y no me refiero a la talla, pues no hace falta ver a José María Aznar, esposo de Ana Botella, junto a Chirac, Putin o Tony Blair, e incluso junto a nuestro altísimo Fox para darse cuenta que la talla no lo es todo.

Los Aznar al igual que los Clinton forman una alianza que trasciende el ámbito marital. Ambas parejas ejemplifican la amalgama de preparación y talento, ambición y deseos de provocar cambios tangibles dentro de la comunidad. Aquí la mujer no está atrás del marido sino junto a él. Tanto Hillary como Ana son sus principales asesoras. En el caso de la norteamericana, antes de primera dama fue una de las principales y más influyentes abogadas del país. Junto a William forma una alianza capaz de resistir vendavales, infidelidades y los trancazos de la política yanqui, la cual puede ser en ocasiones igual de turbia y complicada que la mexicana.

Del otro lado del río existe el machismo. Cuando la hoy senadora –posición de enorme influencia- entró a la Casa Blanca sus ideas sobre la reforma al sistema de salud fueron criticadas y boicoteadas por la mayoría de los republicanos. También causó furor la decisión de trasladar sus oficinas al “West Wing” o corazón político y cuna del salón oval. Durante el escándalo de la becaria Lewinsky y aquel famoso vestido azul, su firme apoyo hacia el presidente le generó una impresionante cantidad de adjetivos, a pesar de ello siguen casados pues como bien ella misma lo declaró públicamente: “conozco las debilidades de Bill pero sigo enamorada y esta unión espero dure toda la vida”.

Se dice que Hillary es ambiciosa y carece de moral. Tales adjetivos vienen siendo sintomáticos en un esquema donde al hombre que busca influir se le aplaude y en cambio a la mujer se le entierra y pone piedras en el camino, sin embargo gracias a una tenacidad poco antes vista no dudaría ver a la señora Rodham Clinton ocupando el sillón presidencial algún día.

En Europa permea un entorno distinto. Ana Botella de Aznar es preparada, culta y sumamente capaz como para lograr cualquier proyecto sin ser vilipendiada de manera tan atroz. He repetido hasta el cansancio la necesidad de contar con mujeres que cambien abruptamente el sentir machista que las termina valorando como buenas para la cocina, cuidar a los hijos y pasar las mañanas en desayunos o el salón de belleza. Aquí jamás pretendo devaluar el papel de ama de casa pues es loable y también implica talento, mucho menos busco que se pierda la feminidad, simplemente resulta urgente un nuevo orden social donde la participación femenina cobre mayor importancia, donde se combine lo sutil con la fuerza intrínseca propia de las damas.

En tanto, aquí en México hemos tenido una situación francamente irregular. Primeras Damas de toda índole: desde aquéllas como mero elemento decorativo hasta las que hicieron del escándalo alimento y pan de cada día. En el 2000 y con el arribo a la presidencia de Fox las cosas tomaron un cariz distinto: el hombre divorciado al que la prensa del corazón pretendió ligar con artistas y mujeres de alta sociedad, entre otras. A pesar de los presagios fue su eficaz y tesonera directora de comunicación quien conquistara el corazón del guanajuatense y contrajera matrimonio un lunes 2 de julio a eso de las siete de la mañana en medio de una ceremonia a todas luces forzada.

Hoy Marta Sagahún está por todos lados. Preside una fundación y pide donativos a los empresarios ricos que obviamente se ven en una situación apremiante pues el pliego petitorio proviene nada más y nada menos que de la esposa del presidente y por ello es difícil negarse. ¡Vamos México! Ha resultado eficaz en su distribución de recursos y apoyo a los necesitados, sin embargo se cuestionan las verdaderas intenciones de Marta, además de que está un poco confuso el límite entre lo gubernamental y lo privado.

Unos la tildan de Adelita y eterna luchadora en pos de un país mejor. Muchos otros la ven como una mala copia de Eva Perón y en su discurso denotan que detrás de esa voz melosa se esconde un proyecto transexenal parecido al de Carlos Salinas, quien pretendió mantener a su grupo político en el poder y ejercer como un Rasputín posmoderno.

Chistoso que ahora las revistas del corazón anden tan interesadas en la política y las revistas serias dediquen varias planas a los asuntos frívolos de la sociedad. En fin, que el papel de la mujer en la esfera pública seguirá siendo motivo de controversia. Y si no pregúntenle a Margaret Thatcher, Juana La Loca, Sor Juana Inés de la Cruz y otras cientas.

Mucha suerte para Ana Botella de Aznar en su próxima empresa.

Correo electrónico: pato1919@hotmail.com

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