EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Antes las selvas, ahora el desierto/Del tintero

Fidencio Treviño Maldonado

La calvicie que presentan nuestros montes y montañas en la región sur del país, es una muestra de la apocalíptica apoteosis en que el hombre labra su destino, todo en aras de la modernización y cebar las ganancias. Devastador es ver la sierra Tarahumara, la selva Lacandona, las laderas de las montañas de Durango, la sierra cafetalera de Guerrero y Tabasco. La contaminación y casi extinción de los lagos en México, Chapala, Janitzio, en el vaso del lago de Texcoco sólo parvadas de patos se ven como herencia desorientada de migración en estas aves, con una entropía biológica que provoca la carrera y el triunfo de la globalización en todo su esplendor, amén de la contaminación en lechos de ríos por donde antes corrían hermosas y salvajemente las incontrolables aguas, el Nazas es el clásico ejemplo, lo que en cualquier parte del mundo (menos en México) es sentir orgullo por un río, para los laguneros es una vil vergüenza y a la vez costumbre usar su lecho como basurero y cloaca, algunas empresas como botín, al robarle su sedimento (cascajo, arena y grava).

De las playas en no pocas ocasiones se rapiñan la arena, ante la mirada pusilánime de las autoridades.

El atavismo de nuestras leyes aunado a la corrupción y burocratismo que impera en la mayoría de las dependencias inherentes al uso de suelos, aguas, bosques, etc. la Profepa, Semarnat, CNA y recuas que le acompañan es el desolador destino manifiesto que se cimbra sobre los pocos recursos naturales, que Dios nos regaló o la naturaleza por sí sola nos la brindó (dirán los ateos, gracias a Díos) y más allá de que México aún sea un cuerno rebosante de bondades naturales, ya la quisieran para un fin de semana muchos países, pero la maldita y desnuda verdad, es que simple y llanamente nos la estamos acabando. Unos, dándoles el uso que quieren para engordar su peculio y aparecer en la revista Forbes como los apellidos mexicanos, españoles o árabes más ricos de este escuálido país. Y culpables y cómplices somos la mayoría de los habitantes que no movemos un dedo para frenar la debacle del país.

Cuatro Ciénegas, Coahuila, cuna de Venustiano Carranza, alegre y airosa población donde hace pocos años el agua aún corría cristalina por sus acequias y alimentaba a los milenarios y rugosos nogales cimarrones con frondosas sombras y una (nuez) frutita pequeña y dura es la que estos gigantes ofrendaban cada año, en la actualidad sólo pocos quedan y como tristes testigos están las estampas fantasmagóricas de sus secas ramas, tal vez esperando una nube pasajera y baja para con sus puntas leñosas agujerarla y ésta descargue su preciado líquido.

Por los años ochenta un grupo lechero perforó entre 15 y 20 pozos en terrenos de Cuatro Ciénegas y Ocampo y el resultado fue funesto, muchos manantiales naturales, El Oso, Ojo de Venado, El Molino, entre otros se secaron.

La problemática del semidesierto es grave y va más allá de las declaraciones que el gobernador Enrique Martínez y la jefa de Sedesol Josefina Vázquez Mota hicieron en días pasados en Torreón, donde en unas mesas llenas de viandas y repleta de glamour, con un montón de gorrones y varias comisiones de aplausos se “habló” de las zonas áridas, aunque nada se dijo del fraude de la Conaza, fraude porque no ha hecho nada para remediar la situación en que viven los hijos del viento y el sol, los verdaderos habitantes del desierto coahuilense, mexicanos que aún en la era del Internet, televisión por cable y cirugías a control remoto, ellos, los que recolectan lechuguilla, candelilla, orégano y miles de plantas con aromas y sabores del desierto, aún viven en jacales disfrazados de cuevas o viceversa en esa vida trashumante. Donde aún las miserables migajas del logro revolucionario no llegan.

El Valle del Hundido y Valle de Cuatro Ciénegas, Coahuila, están a punto de ser sólo un alfiler con cabeza negra más en el mapa de National Geographic, en estas tierras, un grupo, monopolio o simples depredadores, en contubernio con las dependencias gubernamentales están devastando miles de hectáreas (ya desmontaron y barbecharon) aproximadamente 10,000 con unos 78 pozos, por lo que nos podemos imaginar el impacto ambiental y el abatimiento de los mantos acuíferos, amén de la destrucción de flora y fauna, no sólo de Coahuila, sino que es Reserva de la Humanidad, un ejemplo es el caso de unos microorganismos llamados Extremofilos, que habitan en el fondo de lagos de ese lugar, estos microorganismos se comen las bacterias y aún en vías de experimentación. Y gracias al anuncio de una bebida de moderación sólo en el comercial seguiremos viendo “el marecito”, cualquier semejanza con lo que pasó en Viesca o está sucediendo en Parras es mera casualidad, cuando en La Laguna se comenzó a perforar a pasto.

A sólo 30 kilómetros de Cuatro Ciénegas por la carretera rumbo a San Pedro se puede observar por las veras del camino, lo que el hombre en su depredación y en aras de modernizarse y bañarse de oro, es capaz de hacer.

A las diferentes secretarías qué diablos les puede interesar si ellos están para ganar dinero y prostituirse al mejor postor y si no es verdad -70 años de corrupción os contemplan- o en este caso que demuestren lo contrario, parando esa catástrofe que sólo beneficiará a un consorcio lechero... y por cierto sabían mis 4 lectores, que la leche no paga impuestos -y, para producir un litro de lácteo se necesitan, bajita la mano 1,000 litros de agua, aunque ellos (los lecheros) pregonan que son menos de mil.

Corre:e-linga___1031@hotmail.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 11045

elsiglo.mx