TORREÓN, COAH.- Debido a la gran cantidad de agua que actualmente es extraída del subsuelo para uso de la industria lechera, principalmente, los niveles de arsénico cada vez son mayores, afirmó el toxicólogo Gonzalo García Vargas, investigador de la Universidad Juárez del Estado de Durango.
“Los últimos estudios apuntan a que el contenido de arsénico en el agua se relaciona más directamente con el volumen de agua extraído, que con la profundidad de los pozos. Según los estudios hidrológicos de Conagua y otros organismos, en el norte, noreste y este de la región, existen mantos freáticos contaminados con arsénico que normalmente estaban contenidos por la recarga natural de agua por el río Nazas”.
Explicó que al extraer una gran cantidad de agua de las regiones urbanas y aledañas, se crea lo que se conoce como un cono de abatimiento (como un remolino en un lavabo), esto provoca el corrimiento de las aguas contaminadas hacia las áreas no contaminadas.
En su edición del domingo primero de diciembre El Siglo de Torreón publicó un reportaje sobre la situación de los mantos acuíferos, donde se mencionaba que cada vez las perforaciones para extraer agua son más profundas, en algunos casos de hasta 400 metros. El investigador comentó que esta situación también contribuye, indirectamente, al aumento de los niveles de arsénico, los cuales actualmente son variables.
“En lo que respecta al agua de bebida la mayor parte de las redes de distribución tiene concentracio-nes de agua por debajo de 50 microgramos por litro. Sin embargo, desde inicios de la década de los 90´s se ha ido construyendo el consenso en los organismos internacionales de regulación sanitaria. La Organización Mundial de la Salud considera que niveles de arsénico superiores a 10 microgramos por litro de arsénico en el agua de bebida representan un alto riesgo, socialmente no aceptable”, dijo.
Gonzalo García Vargas comentó que México ya ha respondido a este llamado internacional, publicando en el año 2000 un agregado a la norma oficial mexicana (NOM-127-SSA1), donde estipula una disminución paulatina de las concentraciones máximas permisibles de arsénico para agua de bebida para lograr un nivel menor a 25 microgramos por litro en 5 años, logrando niveles equivalentes a los de la normatividad canadiense.
“En base a las recomendaciones de la OMS, la gran mayoría de los pozos de la Región Lagunera no cumpliría el nivel de 10 microgramos por litro”.
Estrategias para solucionar el problema
Debido a los niveles de arsénico que actualmente existen en el agua potable de la Comarca Lagunera, su toxicidad es de tipo crónico, a bajas dosis. El principal problema es el incremento de riesgo de contraer cáncer.
Ante esta situación Gonzalo García Vargas mencionó que es necesario pensar, además de en estrategias para tener agua, que ésta posea la calidad suficiente y no ponga en riesgo a la población.
“Pienso que evitar la disminución de nuestras reservas de agua requerirá de medidas sociales y económicas de contención y revisión del proceso del abatimiento acuífero, mientras que el problema de calidad de agua (arsénico y otras sales) requerirá de alternativas tecnológicas para purificar el agua para beber y preparar alimentos. Se tiene que pensar en cómo hacer socialmente accesible, en términos de costos y cultura, la tecnología de purificación de agua para lograr niveles y estándares internacionales que no son cuestión de lujo, sino prioritarios para la salud”.
El investigador dijo que ante esta problemática la sociedad debe ser: vigilante, proactiva, pospositiva y organizada.
-En caso de no actuar a tiempo, ¿qué escenario imagina dentro de 20 años?
“Si no hacemos nada y dejamos que el proceso siga como hasta ahora, es fácil predecir un escenario de caos y tal vez, catastrófico. Yo confío en que la sociedad haga lo que tiene que hacer y logremos manejar los riesgos ambientales adecuadamente”.