China está por la apertura comercial con México. El embajador propone la asociación de empresarios mexicanos y chinos, integrando compañías para la construcción de bicicletas, motocicletas, maquinaria agrícola, equipos de cómputo automóviles y la producción de petroquímica, privilegiando el acabado de los productos de México, para aprovechar las ventajas arancelarias que México tiene por sus tratados de libre comercio.
La ropa y el calzado exigen un tratado diferente, pues es ese sector donde impacta más fuertemente en el precio final, los bajos salarios que china paga a sus trabajadores. Dada la inmensa oferta de mano de obra, el salario promedio, en la costa china, que es la zona más desarrollada, es de dos dólares diarios. China está dispuesta a evitar la triangulación, según el vocero, prácticas desleales en el comercio no le interesan a China, pues a la larga resultan perjudiciales para el país.
Ante la supresión de la mayor parte de los aranceles en el sector alimentario, que de acuerdo con el TLC de América del norte se dará al comenzar el año próximo, las posturas se han polarizado y se habla de la ruina del sector. El PRD y algunos sectores del PRI, (la CNC) están o por renegociar el TLC o por suspenderlo por años para el sector agropecuario. Se habla , incluso, de armar una comisión de le legisladores que vayan ante la OMC, (Organización Mundial de comercio), a defender el caso de México, para que este organismo lo apoye contra las injusticias del Tratado.
La postura de los otros sectores del PRI es la negociación, rubro por rubro, al interior del TLC, para mantener los aranceles en la medida en que los subsidios que el gobierno americano otorga a sus agricultores, abaratan el precio final del producto.
La postura del Gobierno Federal es más compleja.
En primer lugar, hay que delimitar cuáles son los sectores agropecuarios perjudicados por la apertura. Estos son la carne de cerdo, el huevo y las piernas y muslos de pollo. En otros sectores, como la mayor parte de los granos, el problema no se da, ya que no siendo autosuficientes en este sector, estamos importando a precios internacionales. En flores, legumbres, hortalizas, frutas y vino, tampoco hay problema, pues la exhortación mexicana complementa, no compite con la americana y no hay problema en los precios.
En el comercio de granos México es competitivo en los precios, porque a pesar de que tenemos que importar, la producción a escala que tenemos en el norte del país, permite precios competitivos y es un sector sano económicamente.
Se está hablando del blindaje alimentario, pero pocos saben de qué se trata. La Secretaría de Agricultura garantiza un precio estable para los siguientes cinco años. Además del Procampo se ofrecen también precios preferenciales en electricidad, diesel y gasolinas, defensa eficaz contra el contrabando y cambios en la ley para mejorar la organización del sector y propulsar las cadenas productivas.
Concretamente, el blindaje significa 106 mil millones de pesos erogados en el campo este año.
Para los sectores en los que hay problema: el cerdo, los pollos y el huevo, el Gobierno está dispuesto a negociar los salvaguardas a las que le da derecho el mismo TLC.
Estamos en un momento difícil, pero no es la ruina del campo, y si somos sinceros el estrago se ha venido acumulando, sin que durante años se previniera lo que ya se sabía que iba a acontecer. Tuvimos 10 años, de 1993 al 2003, para hacer las reformas necesarias a fin de hacernos competitivos y no se hizo nada. Los nuevos subsidios que el gobierno americano acaba de otorgar a sus agricultores, aumentan el problema, pero no lo causan.
Ahora, ante el problema, parecería que la única solución está en que el Gobierno asuma el déficit y mantenga, a base de subsidios a sectores agropecuarios, que habiendo sido capaces de modernizarse, no lo hicieron.
Parecería que el único responsable es el Gobierno, cuando es claro que los sectores que están tecnificados son competitivos y no tienen problemas.
La presentación de esta crisis como culpa del gobierno y como una puñalada que
Estados Unidos le está dando por la espalda a México, no es más que una postura política de oposición sistemática al gobierno, en vísperas de las elecciones del 2003. y la “solución” que ofrece la oposición de que sea el Gobierno quien pague los platos rotos, no es más que la reedición, Modelo 2002 del populismo endémico que nos “organizó” durante décadas. Ante la ineficacia y el “A’y se va”, el remedio es que los impuestos cubran las consecuencias y si no alcanza, pues que el Gobierno pida prestado. Así se podrá, si lo hiciera acusarlo de que en su administración aumentó aún más la deuda del país.
El tremendismo con el que se está presentando el problema se manifiesta, por ejemplo en un artículo publicado el 11 de noviembre en el diario Reforma de Monterrey.
A la fecha, ya quebró y cerró sus puertas GENERA, una avícola que en sus buenos tiempos producía cuatro millones y medio de pollos cada diez semanas. Sigma Alimentos está vendiendo sus granjas porcícolas. Y el presidente de la Asociación de engordadores de Bovinos, dice que se han dejado de invertir entre 700 y 800 millones en los últimos ocho años.
¿Cómo es posible que se implique la supresión de tarifas que inicia el año que entra, como causante de la quiebra de una avícola? ¿Es también culpa de los aranceles que los ganaderos hayan descapitalizado su sector con 100 millones de pesos cada año? Y por último, si la industria porcícola está agonizando, cómo Sigma Alimentos esté vendiendo sus granjas con 1,450 marranas de vientre, esperando, según parece, encontrar compradores. Si la cosa está perdida, no sería mejor que mandara los marranas al matadero y venderlas las granjas como terreno?