Desde el tristemente célebre sexenio de Salinas, hemos venido observando como, una tras otra, se desincorporan las empresas del sector público y se malbaratan al sector privado, o bien son liquidadas dizque para sanear las finanzas del gobierno.
El proceso ha venido acompañado de un enorme incremento del gasto del estado en subsidios al mismo sector privado y en nacionalizar las pérdidas de importantes sectores como el bancario y el de infraestructura carretera.
Esto ha tenido como resultado obvio, al ser de mayor cuantía los ?nuevos? gastos, que los ?ahorros? obtenidos, el deterioro cada vez mayor de las finanzas públicas.
Todos los genios de las finanzas que han pasado por las secretarías de Comercio antes, y de Economía ahora, o de la Secretaría de Hacienda, por ejemplo, no han sido capaces de sanear una sola de las empresas en poder del estado y que estuviese en dificultades económicas. La solución ha sido mucho más fácil, incurrir en enormes gastos de liquidación del personal y absorción de deudas, para luego venderlas a precio de risa. Eso lo puede hacer cualquiera, ya que no requiere sino capacidad para pagarlo todo y venderlo por nada. El caso es por supuesto mucho más grave cuando se trata de la venta de empresas altamente rentables, venta que repercutió sensiblemente en los ingresos del gobierno.
Claro está que la sesuda inteligencia de estos personajes lo interpreta como un ahorro en los gastos, lo que no nos explica cómo la iniciativa privada puede con esos gastos y además obtener jugosas ganancias por la operación ya saneada de estas empresas, en fin.
Pues bien, esta semana nos enteramos que se enviará una nueva iniciativa del Ejecutivo, en términos de liquidar el sistema de Bancos de Crédito Rural, conocido por todos como Banrural. El simple texto del anuncio confirma una vez más la misma línea seguida por los anteriores gobiernos neoliberales. Se liquida Banrural para dar paso a la creación de una nueva ?Financiera rural? que reactive el crédito y la producción.
¿Para que liquidar una empresa y crear una nueva? ¿por qué simplemente no se diseña una nueva ingeniería de la ya existente para lograr los mismos fines? Esta pregunta sólo puede responderse desde los siguientes puntos de vista. O bien se trata de una mentira, a medias, y la nueva Financiera Rural no tendrá como fin prioritario reactivar el crédito a la economía campesino, sino a la empresarial, en el marco de las nuevas condiciones de competencia de productos extranjeros; o bien, se esconde tras la liquidación de Banrural el deseo de entregar al capital privado el financiamiento agrícola.
Para ello veamos las cifras que nos presenta, en primera instancia el gobierno. Resulta que, según sus cálculos, que siempre suelen quedarse cortos en este sentido, la mentada liquidación costará más de 42 mil millones de pesos, esto permitirá reactivar el crédito para el siguiente año, es decir, entre marzo del 2003 y marzo del 2004, aproximadamente, en 4 mil millones de pesos. O sea, que nos va a costar diez veces más el beneficio en créditos que se piensa obtener. Lo paupérrimo de los recursos que se planea destinar da cuenta del retiro estratégico del Estado en el renglón del financiamiento agrícola, de lo cual suponemos que se deja el mismo, a la presencia del capital privado.
Ahora bien, por qué decimos que nos va a costar a todos, porque la propuesta del señor Fox es cargar al presupuesto de este año 2002, ¡sí, como lo lee! Al presupuesto de este año esos 42 mil mdp, a manera de deuda pública, tal y como se hizo con el Fobaproa.
Para nadie es desconocido el conflicto entre la muchos de los gobernadores de los Estados y presidente, en términos de que han dejado de recibir 40 mil mdp. Autorizados por el Congreso en el presupuesto de este año. En este tema la postura del gobierno ha sido clara, y aceptemos sin conceder, que tiene razón, que no puede ejercerse un dinero que no existe, y que hacerlo mediante la emisión de deuda solo puede distraernos de nuestro objetivo de estabilidad macroeconómica con graves repercusiones a futuro. Sin embargo, los argumentos parecen ser otros en el caso de la liquidación de Banrural, proponen emitir deuda por un monto incluso superior y cargarlo al presupuesto de este año, del que se supone que ya no existen recursos.
Señores legisladores, si no se puede gastar un dinero que no existe, y emitir una mayor deuda compromete el futuro económico de la nación, rechacen, en nuestro nombre el proyecto foxista de liquidación del Banrural. Impidan, con ello, asimismo, que coloquen el último clavo en el ataúd de la economía campesina, más ahora que a nuestros compatriotas les espera un calvario mucho mayor en su intento por obtener en Estados Unidos lo que su país no puede darles (por la ineficiencia de sus gobiernos, incluido éste), más ahora ante el fracaso del gobierno para la culminación de un acuerdo migratorio complementario con el vecino del norte.
Por el contrario, si algo urge, es la reorganización de la estructura operativa del Banrural y que éste recupere su papel como promotor, a través del crédito y apoyos al almacenamiento y comercialización, de la economía rural toda, no solo de la economía agraria empresarial.
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