México.- Ha tardado algún tiempo en explotar, pero cuando lo ha hecho, ha resultado apoteósico. El puertorriqueño Benicio del Toro -nacido en Santurce el 19 de febrero de 1967- acumuló diecisiete premios por su papel del policía mexicano Javier Rodríguez en Traffic, entre ellos el Oscar al Mejor Actor de Reparto, el Globo de Oro, el Oso de Plata del festival de Cine de Berlín y el premio del Sindicato de Actores de Estados Unidos.
El trabajo de Benicio en The Usual Suspects (Sospechosos comunes, de 1995) no pasó desapercibido, a pesar de contar en el reparto con otro grande: Kevin Spacey. Pero si algo caracteriza a este puertorriqueño que se estableció en Pennsylvania a los 13 años es su interés por tomarse las cosas con calma y estudiar muy bien los papeles que elige.
Diálogos en español
En Traffic, donde interpreta la mayor parte de sus diálogos en español, Del Toro ha vuelto a hacer gala de la meticulosidad que imprime a sus trabajos, su exploración exhaustiva de cada personaje. Aunque habla un correcto español, viajó por el norte de México para adoptar el acento justo de esa zona del país, que por otra parte le gustó mucho: “Lo pasé muy bien allí, la gente es encantadora, y además grandes actores, porque todas las personas que aparecen en la calle son gente real, no hubo extras”.
También se entrevistó en Tijuana, donde se desarrolla parte de la cinta, con oficiales de policía que se dedican a combatir el narcotráfico, “un problema mucho más complejo de lo que se piensa”, recalca este actor hijo de abogados que reconoce haber aprendido mucho sobre el tema en el rodaje de Traffic.
Hijo de Gustavo del Toro y Fausta Sánchez, Benicio pareció desde niño predestinado a la profesión de actor: llegó al mundo en la misma calle de Santurce donde había nacido el gran actor José Ferrer (1912-1992), ganador del Oscar en 1952 por Cyrano de Bergerac. Curiosamente, Miguel Ferrer, hijo del fallecido actor puertorriqueño, interpreta en Traffic el papel de narco dispuesto a hablar ante los tribunales.
Lo cierto es que Benicio sufrió cuando tenía 9 años el tremendo golpe de ver morir a su madre de una lenta agonía a causa de una hepatitis. Pasó entonces junto con su hermano al cuidado de su madrina, hasta que su padre volvió a casarse. Su niñez transcurrió en Puerto Rico hasta los 13 años, cuando la familia se traslada a Pennsylvania; su padre quería que siguiera la tradición familiar, así es que estudió para abogado en la Universidad de California, en San Diego, donde pronto se integró en el grupo de teatro.
Su paso por la televisión
Una de las muchas producciones estudiantiles en las que allí participó le calificó para actuar en un festival estudiantil en el Teatro Lafayette de Nueva York. En la ciudad de los rascacielos decidió quedarse y cambiar de estudios: ingresó en la Square Acting School. Su talento y dedicación fueron recompensados con una beca para estudiar por un año en el Conservatorio de Stella Adler, después de lo cual regresa a la costa oeste, donde estudia en el Actor’s Circle Theater.
En los Ángeles, se inicia en el mundo de la televisión, primero como actor invitado en series como Miami Vice y Tales from the Crypt, para rápidamente obtener papeles estelares, como Caro Quintero, magnate de drogas, en la miniserie Drugs Wars: The Camarena Story, de la NBC.
De allí salta a la gran pantalla en 1988, haciendo pequeños papeles en películas como Big Top Pee-wee, 007 Licencia para Matar, Cristóbal Colón: el Descubrimiento, y en 1993 trabaja en una película española, Huevos de Oro, dirigida por Bigas Luna y junto a Javier Bardem. Otra coincidencia: Benicio se vio obligado a rechazar el papel de Reynaldo Arenas en la cinta Antes que Anochezca, por el que Bardem consiguió su candidatura el Oscar. El actor se había comprometido ya con la producción de Traffic.
Su gran año
El es uno de los primeros en alegrarse del éxito de Bardem, porque cree que la profesión de actor en Hollywood tiene que ver sobre todo con el talento, no con el origen de cada uno. “Al final, es difícil ser actor, seas italiano, español o incluso estadounidense, y el talento es talento en Puerto Rico, en Cuba o en cualquier sitio”.
Benicio alcanzó la fama y el reconocimiento con su trabajo en The Usual Suspects (Sospechosos habituales, de 1995) que además de buenas críticas le sirvió para ganar el premio Independent Spirit al mejor actor de Reparto); siguió en la buena senda con cintas como Basquiat (1996), de Julian Schnabel; El Funeral (1996), de Abel Ferrara; Fanático (1996), de Tony Scott, y Miedo y Asco en Las Vegas (1998), de Terry Gilliam.
El 2000 ha sido su año en EU, con papeles relevantes en The Way of the Gun, de Christopher McQuarrie; Snatch, de Guy Ritchie y The Pledge, de Sean Penn.
Tímido por naturaleza y de duras facciones suavizadas por una atractiva sonrisa, el actor puertorriqueño reconoce que es trabajoso salir del encasillamiento a que muchas veces están abocados los actores hispanos. Por eso quiere elegir papales diferentes, que trabaja con esmero y los que aporta todo lo que puede de su propia cosecha. “Me gusta correr riesgos en mi trabajo”, aduce, y no explica si el de “Traffic” es su mejor trabajo: “Si alguien quiere ver si este es mi mejor trabajo, tendrá que estudiar los guiones que he rodado y ver qué hice con el material”. Lo dice alguien casi obsesionado por la calidad de los guiones que interpreta, tan importantes para él como su propio papel en la película, según explica: “Elijo los papeles en función del libreto, no exclusivamente del personaje que debo interpretar”.
De hecho, el actor aspira a montar su propia productora: “Quiero estar completamente envuelto en el proyecto en el que intervengo. Me interesa trabajar en libertad”. Todo en busca de un cine “que haga sentir inteligente, en le que el público pueda también involucrarse”. Grandes planes para un gran actor, al que no le van a faltar precisamente los proyectos.