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Burocracia

ALFONSO LUQUÍN CALVO

La semana pasada recibimos, a través de los encabezados de prensa, la noticia de que el gobierno federal negocia incrementar el déficit público para el año 2003. La razón de ello, enunciada desde la liquidación del Banrural, es adelgazar la burocracia actual.

En la noticia destacan algunos aspectos en verdad inverosímiles. El primero de ellos, es la declaración del señor Sojo, coordinador de políticas públicas de la presidencia, en el sentido de que el proyecto ?ya ha sido consensuado y perfectamente aceptado por los diversos agentes económicos, tanto nacionales como extranjeros?. Desconocemos a cuáles agentes económicos nacionales se refiere, porque dudamos mucho que l propio sindicato de trabajadores al servicio del Estado haya aceptado ya esta propuesta, y si lo ha hecho, dudamos aún más que quiera reconocerlo públicamente, como lo hace el señor Sojo en forma tan cándida y concluyente. No dudamos ni un instante, por el contrario, que sea totalmente aceptado por las altas cúpulas empresariales y de poder económico del país. Con ello se podrán liberar mayores recursos para que el gobierno se los regale, bajo la forma de subsidios y rescates a sus bien logrados negocios fraudulentos, o como consecuencia de su ineficiente ?inserción en la red económica global?, al cabo que no son economía campesina peticionaria. (¿verdad señor Usabiaga?).

Lo que causa estupor es que se reconozca tácitamente que el diseño de las estrategias en materia de política y economía se sometan a consideración de los intereses extranjeros, y dependan de su aprobación. Esta es una realidad oprobiosa sí, pero innegable. Pero al menos téngase el buen tacto de no restregárnoslo en la cara, como si todos los mexicanos estuviésemos de acuerdo en ser una neocolonia de los Estados imperialistas, principalmente, lo sabemos todos, de los Estados Unidos de Norteamérica.

Pero pasemos al asunto que nos atañe directamente en nuestra colaboración de hoy. Existe, efectivamente, un sector de los trabajadores del Estado que son lo que puede llamarse, con toda corrección, burócratas. ¿Quién no ha padecido las colas y esperas ante cualquier trámite? ¿Quién pone en duda que existe personal excesivo en muchas dependencias?. Pero por otro lado, ¿quién pone en duda la necesidad de los servicios proporcionados por el Estado? ¿quién podría poner en duda, hoy en día, que los sucesivos recortes en muchas dependencias han sido excesivos, y que hoy realizan dos personas o una sola, todo el trabajo que antes realizaban diez o doce?.

Así como podemos hacer el planteamiento de la burocracia excesiva e ineficiente, innecesaria en algunos aspectos, también debemos señalar la enorme necesidad de empleados del sector público en otras. Estamos obligados al tratar el tema a señalar el aumento en las penurias, obligaciones e intensidad del trabajo al que se ven sometidos hoy muchos de estos empleados, a raíz de los recortes hechos en los últimos lustros.

Otro elemento, de gran importancia desde el punto de vista social, es el relativo a los pensionados y jubilados de muchas de estas dependencias, y al llegar aquí, queremos rendir un especial tributo a los jubilados del Banrural, quienes serán las próximas víctimas del poder económico en México. Son personas que dieron años de su vida al servicio de la nación y que gozan de una pensión que les permite llevar, en muchos casos, una vida independiente y decorosa. El plan de eliminación de la burocracia contempla, no su reubicación como jubilados en otra dependencia, o la creación de un Fondo especial que continúe el pago de las pensiones ya ganadas, no, contempla su liquidación porque se les considera una carga económica que las necesidades del gran capital no puede seguir tolerando. Por su edad avanzada en la mayoría de los casos, se les arroja a la dependencia económica de sus familiares o a la incertidumbre total, ¿qué sucederá con sus derechos médicos, por ejemplo? Un gobierno de un país, decía un sabio, debe juzgarse por la actitud que tiene ante sus niños y sus ancianos. Veremos.

Finalmente, llama la atención que se declare tajantemente que los déficits presupuestales fueron los culpables de todos los males del país, tal como lo ha hecho el señor Gil Díaz, secretario de Hacienda, para justificar que no le quede a la nación otra salida que dar el control de los sectores energéticos al dominio del capital trasnacional; que no queda otra salida a los campesinos ?peticionarios? que trabajar como jardineros, jornaleros, arreglatechos o meseros en el ?otro lado?; que no queda, para los trabajadores, otro camino que no sea el de aumentar su jornada de trabajo y la intensidad de este para poder cobrar sueldos de hambre.

Le han puesto a esta estrategia un nombre pomposo: ?reformas estructurales?. No constituyen sino el asalto final del gran capital, nacional y extranjero, en contra de la gran mayoría del pueblo de México.

E-mail: alfonsoluquin@msn.com

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