EFE
WASHINGTON.- Con la mira puesta en unas elecciones legislativas que pueden marcar el rumbo de la segunda mitad de su mandato, el presidente estadounidense, George W. Bush, lanzó una campaña presionando al Congreso para que apruebe varios proyectos de ley “de seguridad nacional”.
El Congreso, cuyo Senado está controlado por la oposición demócrata, volverá a operar esta semana tras las vacaciones de verano, y Bush le reclamó que saque adelante sus propuestas, sobre todo la del presupuesto de defensa y la de energía.
“Es hora de dejar de jugar al politiqueo con los presupuestos de defensa”, afirmó el Presidente, en un discurso claramente electoralista durante un almuerzo campestre con sindicalistas en Pittsburgh (Pensilvania).
El Día del Trabajo, que en EEUU se celebra el primer lunes de septiembre, marca de forma informal el inicio de las campañas electorales en este país y Bush decidió hacerlo en esta ciudad de vieja tradición industrial, en un intento de captar el voto obrero, habitualmente demócrata.
La Casa Blanca había dicho que Bush discutiría la situación de la economía, que se encuentra en un estado delicado ante el bajo crecimiento del segundo trimestre del año y la tendencia al aumento del paro.
Sin embargo, el Presidente empleó frases genéricas sobre la situación de la economía y se limitó a insistir en que la aprobación de sus propuestas ante el Congreso sería la clave de la recuperación.
También insistió en pedir que la reducción de impuestos puesta en marcha el año pasado por un período de diez años sea permanente, pero sin citar el déficit del Gobierno, que este año fiscal -que concluye el próximo 30 de septiembre- superará los 150.000 millones de dólares, según la última previsión hecha por el Congreso.
En cambio, Bush sí habló extensamente sobre la guerra contra el terrorismo, aunque de forma indefinida y centrada en eslóganes patrióticos.
“Los terroristas no sabían lo que hacían cuando nos atacaron”, dijo el Presidente, que no mencionó a Irak ni las amenazas de su Gobierno de atacar al régimen del presidente Sadam Huseín.
Aseguró que, para la recuperación de la economía, que crece lentamente tras la recesión de parte del año 2001, es imprescindible su plan energético, que ha sido criticado por la oposición por sus puntos favorables a las grandes empresas del ramo.
La ley de energía “creará más empleos” en Estados Unidos, dijo Bush, quien añadió que “también es una ley de seguridad nacional”, porque reduciría la dependencia del país en el petróleo importado.
La de hoy fue la decimotercera visita número de Bush como presidente a Pensilvania, un estado donde el candidato demócrata Al Gore le superó en las presidenciales del 2000, y que el actual inquilino de la Casa Blanca intentará ganar para las de 2004.
En las elecciones del próximo 7 de noviembre se renovará toda la Cámara de Representantes, así como un tercio del Senado, y también se elegirán 36 gobernadores y numerosos alcaldes.
La visita de Bush a los sindicalistas es una muestra más de que la Casa Blanca ha decidido participar a fondo en los comicios, a fin de tratar de asegurar que el Congreso quede en manos republicanas, pues de no conseguirlo dificultaría la reelección del Presidente en dos años.
Actualmente, la mayoría del Senado está en manos demócratas por un único voto de diferencia desde que el republicano moderado James Jeffords se hizo independiente en 2001 y comenzó a votar con la oposición a Bush.
En cambio, los republicanos tienen mayoría en la Cámara de Representantes, aunque de apenas diez votos.
De los 90 millones de dólares que los sindicatos de EEUU contribuyeron a las elecciones del 2000, el 96 por ciento fue para candidatos demócratas.