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MÉXICO, D.F.- Como ya es tradicional antes de arrancar una telenovela de Carla Estrada, ella y el elenco de la nueva versión de Bodas de Odio, fueron a la Pirámide del Sol en Teotihuacán para "cargar energía".
Casi al mediodía, artistas como Mauricio Islas, Fernando Colunga, Harry Geihtner y Helena Rojo, vestidos totalmente de blanco o bien de colores claros (como el caso de Islas), subieron a la gran pirámide, para hacer una oración, que les permitirá llegar mañana al set de grabaciones, con las "pilas" al cien por ciento.
"Para nosotros el trabajo que hacemos es fuerte y desgastante, entonces lo que intentamos es estar positivos todo el tiempo y que las presiones y problemas, que no puedes remediar, darles una buena cara y estar en la mejor disposición de resolverlos", explicó.
Estrada, quien comenzó esta especie de rituales desde el melodrama De frente al sol (protagonizada por Alfredo Adame y Angélica Aragón), hace 10 años, dijo que las oraciones que se dicen en la cúpula de la pirámide han sido enriquecidas a través del tiempo por su directora, Mónica Miguel.
"La verdad es que lo que decimos allá arriba es "yo soy, yo soy, yo soy", que se ha ido alargando, porque ya son muchos años los que hacemos esto. Son peticiones para el triunfo, armonía y demás. Mónica es una persona positiva y es la que generalmente va a cursos y siempre que venimos le agrega algo a las pirámides", señaló.
La productora de melodramas como Quinceañera, Mi Destino Eres Tú y El Manantial dijo ser una gran creyente en Dios, por lo que está convencida que "nos puso en la tierra con un objetivo y una misión. Una de ellas es ser felices y positivos".
Desde su llegada a la zona arqueológica de Teotihuacán, el elenco de Bodas de Odio estuvo rodeado de varias decenas de jovencitas, quienes al ver a sus artistas favoritos no pararon de gritar, e incluso siguieron a sus ídolos hasta la parte más alta de la Pirámide del Sol, donde se cargarían de energías.
Sin medir las consecuencias de sus actos, las adolescentes, quienes se encontraban en una excursión programada por sus respectivas escuelas secundarias, olvidaron totalmente a lo que asistieron a las ruinas, concentrando sus energías en pedir un autógrafo y una foto a Mauricio Islas y Fernando Colunga.
El momento más peligroso para los actores fue al bajar, ya que el trayecto que normalmente se hace en cinco o 10 minutos, se convirtió en un recorrido de casi media hora, en la que los empujones y gritos de "¡papacito!" fueron el común denominador.
"Venimos porque creímos que no había gente. Pero bueno, ya todas las niñas tienen su autógrafo y la foto con los actores; ya están bien contentas", expresó Carla Estrada, minutos antes de abordar la camioneta de regreso a la ciudad de México.