La Jornada
México, DF.- Con motivo de las fiestas decembrinas -Navidad y Año Nuevo- y frente a la extraordinaria demanda de pasaje para viajar por avión al interior y exterior de la República, y viceversa, las operaciones aéreas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), se han incrementado considerablemente al grado que han pasado de 55 por hora en temporada normal, hasta 63 y 65 aterrizajes y despegues cada 60 minutos, según hicieron saber las autoridades del AICM, señalando que el volumen de pasajeros diarios ascendido a la vez a casi cien mil personas por día. No es para menos, de hecho todas las aerolíneas comerciales que operan en el aeropuerto capitalina tienen vendidos los cupos totales de sus aeronaves. Es notable observar a decenas de personas permanecer en lista de espera frente a los mostradores, con la insana esperanza de que algún pasajero sufra un retraso, no llegue a tiempo al aeropuerto y de inmediato comprar su lugar y abordar el avión que anhelan.
En esto días se observa a la gente por miles, desde las primeras horas de la mañana y hasta pasadas las diez de la noche, pulular por los pasillos; la mayoría se muestra alegre, lo mismo aquellas personas que van a salir del Distrito Federal como la que llegan de fuera. En muchos rostros se observa nerviosismo por el temor a no llegar a tiempo para registrarse, y aun cuando ya tienen el talón de abordar, se imaginan que por alguna razón al pasar los filtros podría impedírseles el acceso.
Los viajes procedentes de Estados Unidos y Canadá, en especial paisanos que retornan a México luego de meses de permanecer fuera trabajando en el extranjero, comúnmente arriban con grandes petacas en las que traen diversos tipos de ropa, juguetes, zapatos, utensilios para el hogar y chucherías en general. Antes de pasar por los semáforos aduanales, en general se muestran inquietos, pero una vez que les toca luz verde salen felices para encontrarse con sus familiares.
En el caso de los paisanos que les toca luz roja es visible que se les cae el alma hasta el suelo, se desalientan porque piensan que les incautarán sus prendas, sin embargo la revisión aduanal es “sensible”, no tan estricta como ellos esperaban, se les dejan pasar objetos que no representan ninguna violación fiscal. Casi el cien por ciento abandona el recinto aduanal sin haber sido sancionado en lo mínimo.
Quienes hacen su agosto tanto con las personas que llegan con sus equipajes para registrarse ante las líneas aéreas, como las que arriban del interior y exterior del país, con gran número de petacas son, precisamente, los maleteros, los choferes del sitio 300 y los “taxistas piratas” que, a pesar de lo que digan las autoridades encargadas de la vigilancia del AICM, continúan operando abiertamente.