EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

¿Cero tolerancia?

Adela Celorio

Debe haber sido por aquello de que “Pa’ los toros del jaral los caballos de allá mesmo” por lo que López Portillo durante su presidencia nombró como jefe de la Policía a su cuate Arturo Durazo, quien siendo un hampón altamente calificado -tanto que algunas universidades lo distinguieron con el doctorado Honoris Causa- en corrupción, extorsión y algunas otras destrezas, el Negro Durazo logró mantener la delincuencia bajo un aceptable control.

Entronizados desde entonces por la puerta principal, al paso de los años los hampones adquirieron su carta de naturalización entre los cuerpos policiacos, de tal manera que en este momento ladrones y policías, secuestradores y escoltas privadas marchan con frecuencia en las mismas filas y hasta con los mismos uniformes por lo que resulta casi imposible distinguir quién es quién. A partir de esa redituable confusión para los que han elegido el camino de la delincuencia, la seguridad en esta capital se ha convertido en un reto insuperable; por lo que la idea de nuestro jefe de Gobierno y su carnal Ebrard, de contratar la asesoría del equipo de Rudolph Giuliani -quien además de una sensible y eficiente gestión como alcalde, se distinguió por abatir significativamente los índices de delincuencia en el violento Nueva York de los años noventa- pudiera ser un buen intento, especialmente si los cuatro millones de dólares que costará dicha asesoría correrán por cuenta de los industriales mexicanos y no del magro presupuesto del Gobierno de esta capital.

Como ciudadana impotente y a merced de la delincuencia organizada y desorganizada que nos tiene bajo su ley, celebro la decisión. Quizá disminuyendo un poco la presión que le causa al jefe de Gobierno el grave problema de la inseguridad, pueda aplicarse con la cabeza más fresca a eliminar con cierta eficiencia o por lo menos a atenuar en la parte que le corresponde, las causas sociales y económicas que han disparado la delincuencia en esta capital.

Es indudable que antes de poner en marcha la operación Cero Tolerancia, el señor Giuliani y su equipo, llevarán al cabo investigaciones que les permitirán hacer una evaluación y un diagnóstico más o menos exacto de la singular situación que aflige a nuestra capital, aunque habrá detalles que no podrán ser detectados desde la frialdad de las estadísticas. Por descontado que el ex alcalde de nueva York conoce la diferencia de las percepciones económicas, de nivel educativo, de equipamiento y capacitación que existen entre los policías de allá y de acá, pero ¿cómo detectar el resentimiento que los nuestros han acumulado en tantas décadas en las que han padecido la extorsión de sus superiores y cómo medir las consecuencias que esto provoca en su comportamiento?

¿Estarán considerando Giuliani and Co. algún programa de reeducación para policías sádicos como los que aparecieron en la primera plana de algunos diarios capitalinos disfrutando sonrientes del acto de someter con saña y abuso de fuerza a una señora durante el desalojo que tuvo lugar en días pasados en el predio de Amalcachico en Xochimilco? En nuestra desesperada situación cualquier intento de mejoría es aceptable, aunque de aplicarse con todo rigor el programa de cero tolerancia cabría preguntarse ¿Cuántos ciudadanos quedarán fuera de las cárceles para ocuparse de quienes por falta de educación cívica, en cualquier descuido y por causa menor acabemos tras las rejas?

ace@mx.inter-net

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 5539

elsiglo.mx