Reuters
CARACAS, VENEZUELA.- El gobierno del presidente Hugo Chávez y sus adversarios iniciaron ayer en un apartado retiro católico negociaciones para buscar salidas electorales a la profunda crisis política que atraviesa Venezuela.
Bajo la mirada de la Organización de los Estados Americanos (OEA), seis del gobierno y seis de la oposición intentarán reconciliar sus viejas diferencias, que estuvieron acompañadas de constantes choques callejeros y amenazas de paros.
Desde su breve derrocamiento en abril por militares rebeldes, Chávez está ensarzado en una amarga disputa con sus adversarios, a quienes acusa de “fascistas” y “golpistas” que se oponen a su proyecto de “revolución” a favor de los pobres y de sólo querer preservar sus privilegios. El bando opositor, que acusa a Chávez de ser un “dictador” que quiere imponer en Venezuela un gobierno comunista como el de Cuba, exige su renuncia inmediata para convocar a elecciones adelantadas y mantiene la amenaza de convocar a una huelga indefinida si no es escuchado.
El secretario general de la OEA, César Gaviria, quien desde abril ha visitado cuatro veces al país para promover una salida democrática al diferendo, inauguró la mesa en el seminario San José de Caracas con la petición de que los delegados “le den una oportunidad” a las negociaciones.
Cauto “optimismo”
Algunos de los delegados expresaron sentirse “optimistas” ante las negociaciones, pese a que en el blanco edificio, rodeado por guardaespaldas y policías con armas automáticas, reinaba la reserva.
“Soy un hombre optimista, profundamente optimista”, dijo el vicepresidente ejecutivo, José Vicente Rangel, miembro de la delegación del gobierno que además incluye a tres ministros del Gabinete, un miembro de la Asamblea Nacional y un gobernador de estado del partido de gobierno.
El lado opositor estaba representado por líderes sindicales y empresariales, militantes de partidos y organizaciones políticas, un gobernador y un diputado.
Manuel Cova, secretario general de la poderosa Confederación de los Trabajadores de Venezuela (CTV) insistió en declaraciones a la prensa en la necesidad de “hacer una referéndum consultivo pronto, para resolver la crisis”.
La oposición ha atado su presencia en la mesa al referendo sobre la permanencia de Chávez en el poder.
La autodenominada “Coordinadora Democrática” que agrupa a la mayoría de los adversarios del gobierno, puso como fecha límite para las negociaciones el 4 de diciembre, cuando esperan que se formalice un llamado a consulta.
Chávez, por su parte, ha rechazado la convocatoria a un referendo antes de agosto del 2003, cuando la Constitución permite que los venezolanos voten para revocar su mandato.
Una marcha opositora entregó el lunes a las autoridades electorales la solicitud de referendo, en medio de violentos choques con partidarios del oficialismo que dejaron al menos una docena de heridos.
Violencia: asunto prioritario
El conflicto político ha levantado preocupaciones internacionales sobre el futuro del quinto exportador mundial de petróleo y una de las más antiguas democracias de la región.
El entredicho político ha trascendido en los últimos meses desde agresiones verbales de los bandos en conflicto a choques callejeros, en los que manifestantes han enfrentado, a veces con armas, a las fuerzas de seguridad.
Los delegados también discutirán el desarme de la población civil y la creación de una “comisión de la verdad”, que investigue las más de 60 muertes ocurridas en los días que rodearon al derrocamiento de Chávez en abril.
Flanqueado por una imagen de la Virgen María y rodeado de los jerarcas de la Iglesia Católica del país, quienes facilitaron a los negociadores las instalaciones del seminario San José, Gaviria afirmó que los delegados “se encuentran para buscar una salida política negociada, una salida electoral a la crisis que está viviendo Venezuela”.