Una de las facetas más fascinantes para el observador mexicano es ver cómo en Asia se va tejiendo una espesa madeja de intereses en un cuidadoso proceso de relaciones diplomáticas, tecnológicas y económicas.
La geografía marca y determina cauces por los que han de definirse esas vinculaciones. India, por ejemplo, goza de litorales sobre los océanos Arábigo e Índico. Su posición es estratégica desde el punto de vista comercial y militar. El 70% del transporte petrolero mundial pasa frente a la India.
La ubicación de China no es tan favorable como la de la India. Con su única salida por el Pacífico, el grueso de su masa continental está alejada del mar. Para remediar esta desventaja China debe buscar otras salidas a través de países vecinos. De ahí la construcción que realizan mancomunadamente China y Paquistán de un gran puerto en Gwadar, en la costa de este último país. La puesta de la primera piedra por el presidente Pervez Mucharraf y el viceprimer ministro chino Wu Bangguo, marcó su inicio el pasado mes de marzo.
La finalidad es ofrecer facilidades portuarias en un punto que se encuentra precisamente frente al crítico Estrecho de Hormuz y la boca del Golfo Pérsico.
En la gigantesca obra se invertirán al menos mil millones de dólares para convertir una tranquila aldea de pescadores en una serie de muelles de hondo calado y espacios para realizar todas las operaciones propias de la logística moderna. Las instalaciones contarán con servicios de almacenaje, transbordo y facilidades industriales.
Además de aliviar el congestionamiento de los puertos paquistanos de Karachi y Quasim, el futuro megapuerto servirá a más de veinte países como Sri Lanka, Bangladesh, Oman, Saudi Arabia, Qatar, Iraq, Irán, Uzbeskistán y Tajistán.
El puerto de Gwadar generará beneficios no sólo económicos a toda la región del Asia Central mencionada. En la zona industrial del puerto también se realizarán operaciones de refinación y almacenamiento de petróleo y derivados, áreas para el manejo de minerales lo que ayudará a promover el desarrollo económico de Baluchistán. También saldrán beneficiados otros países más remotos como Afganistán, las provincias chinas de Xinjiang y hasta el noroeste de la India.
Al lado de los aspectos comerciales las consideraciones geopolíticas son más importantes aún. Por una parte, están las declaraciones que, sin ambages, hicieron al respecto las autoridades paquistaníes: nuestro principal motivo para invitar a China a desarrollar el puerto es el de contar con la presencia de su flota para dar debida respuesta “a quien hiciese falta”.
A unos 400 kilómetros del crítico Estrecho de Hormuz, los chinos tendrán por primera vez una presencia naval. Esto tiene el claro objetivo de contrarrestar la presencia norteamericana en el Océano Arábigo y la costa occidental del Mar Indio.
Pero el interés de China es más permanente ya que forma parte de su visión a largo plazo de convertirse en un indiscutido poder mundial. La pujanza de China es ya evidente. El crecimiento de su PNB de 989 mil millones de dólares en 2001, creció en un promedio del 10.7% en los últimos diez años. Sus exportaciones fueron de 195,000 millones de dólares, que arrojaron un superávit de 30 mil millones. Su gasto militar fue del 5.4 por ciento de su PNB. Su ejército es de 2 millones 820 mil soldados, más grande que el de Estados Unidos que es de 1.4 millones e India 1.2 millones.
Paso a paso va configurándose un nuevo equilibrio de fuerzas en Asia que combina las estrategias geopolíticas de cada país con los imperativos de la globalización de los mercados. Sus resultados ya se dejan sentir en el resto del mundo.
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