WASHINGTON.- Llegando en pequeños grupos, usando apartados postales y abriendo cuentas bancarias con dinero en efectivo, los secuestradores de la red Al Kaidah llamaron muy poco la atención en Estados Unidos antes del 11 de septiembre.
Escribieron pocos cheques y no había renta, mobiliario, o pagos de autos que rastrear, indicaron analistas del gobierno.
Pero su último acto, matar a miles de personas en Nueva York, Washington y Pennsylvania, provocó que las autoridades estadounidenses lanzaran una ofensiva sin precedentes contra el financiamiento del terrorismo, para cortar el flujo de dinero a los grupos militantes, entre ellos Al Kaidah, al que culpa de los ataques.
En vísperas del aniversario del 11 de septiembre, funcionarios del Tesoro reconocieron un hecho preocupante: detener los miles de dólares necesarios para financiar un ataque en medio de una economía de 10 billones de dólares es casi imposible.
Se cree que toda la operación del 11 de septiembre costó a los atacantes cerca de 500.000 dólares, mientras el costo del atentado del 2000 al barco de guerra USS Cole, frente a las costas de Yemen, habría costado sólo unos 10.000 dólares.
En una comparecencia el mes pasado en el Capitolio, el subsecretario del Tesoro Ken Dam señaló que los gastos de Al Kaidah ahora son menores, al no tener que financiar al movimiento Talibán en Afganistán o los campos de entrenamiento.
Dam dijo que no había razones para creer que el grupo no tenía suficiente dinero para realizar un sustancial número de ataques en el futuro.
Como exprimir un globo
La principal arma del Tesoro ha sido una abarcadora orden presidencial emitida el 23 de septiembre, que le dio a su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) el poder de bloquear los activos en Estados Unidos de “terroristas globales” específicos, así como de aquellas entidades e individuos que se cree los estaban ayudando.
La orden, que trajo como resultado que cerca de 200 individuos, personas y negocios hayan sido listados como “financistas del terror”, y bloqueó más de 100 millones de dólares en activos globalmente, estaba dirigida a eliminar el dinero para el terrorismo del sistema bancario en Estados Unidos y el exterior.
Pero varios observadores dicen que éste sólo fue el primer paso.
Thomas Sanderson, subdirector del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales del Centro de Amenazas Trasnacionales en Washington, lo comparó con “apretar un globo”.
“Uno nunca reduce la cantidad de aire en el globo. Uno simplemente la está moviendo”, dijo.
Jimmy Gurule, subsecretario del Departamento de Tesoro, dijo que los esfuerzos para cortar el flujo del financiamiento al terrorismo tal vez no lograrían detener todos los ataques.
Pero pueden ayudar a detener el uso de armas de exterminio masivo, como bombas “sucias” (radioactivas), agentes biológicos o dispositivos nucleares.
“Ciertamente queremos evitar ese tipo de ataques terroristas.
Creemos que hay una cantidad significativa de recursos financieros asociados con un ataque de ese tipo”, dijo en una entrevista con Reuters.
La lista también tiene un efecto disuasivo sobre potenciales donantes, lo que no debería ser subestimado, dijo Gurule.
Pero si se les prohíbe el acceso a los bancos, los expertos dicen que los terroristas recurrirán al sistema árabe hawala de transferir dinero mediante operadores no controlados o el tráfico en gemas de piedras preciosas.
Gurule dijo que rastrear esas transferencias informales de efectivo representa un enorme desafío. Pero incluso los operadores del hawala en Estados Unidos deben usar un banco.
“El (el terrorista) va a tomar ese dinero y depositarlo en un banco. El no va a guardarlo debajo de un colchón”, dijo.
Sin embargo, el enfoque estadounidense al problema ha encontrado resistencia. Al congelar los activos sin un procedimiento judicial, la lista de la OFAC, y su uso en otros países, ha generado cuestionamientos sobre las libertades civiles, en particular entre los aliados europeos de Washington.
Un borrador de un informe de la ONU la semana pasada criticó el esfuerzo internacional para congelar los fondos de Al Kaidah, calificándolo de descoordinado y descuidado. El Tesoro de Estados Unidos dijo que el informe era “limitado en su alcance” SIN DISMINUIR LA PRESION Otro flanco en la estrategia es la ley PATRIOT contra el terrorismo, implementada el año pasado, que amplió los requisitos a los reportes de las firmas de servicios financieros.
Bajo la ley, debería ser más difícil trasladar grandes sumas de dinero ante el radar del gobierno. Sin embargo, algunos dudan de tal enfoque.
“Muchos requisitos de la ley PATRIOT son aplicar metodologías del lavado de dinero al financiamiento del terrorismo. ¨Va a resultar eso realmente en el fin del financiamiento del terrorismo? Creo que no se ha alcanzado un consenso sobre eso”, dijo Thomas Crocker, quien se especializa en ley comercial en la firma de abogados Alston & Bird.
Aún así, los analistas han elogiado los esfuerzos del Tesoro hasta la fecha, aunque han dicho que es difícil medir los progresos.
“No hay medida del éxito”, dijo Crocker.
Gurule reconoció la dificultad de medir el progreso en una guerra librada fundamentalmente tras bambalinas.
“Nuestro objetivo final no es aumentar la cuenta del dinero total capturado y bloqueado. Esa no es la meta final”, dijo Gurule. “La meta final es salvar vidas”.