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Con ánimo de muerte

POR MARÍA ELENA HOLGUÍN

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- A los números que dan cuenta de las muertes voluntarias se añade la asignatura que tienen pendiente las instituciones: fijar su atención en la salud mental de la población.

En el transcurso de este año, la estadística de suicidios muestra un incremento del 37 por ciento con relación a los casos registrados en 2001 en todo el Estado de Durango; de los 73 suicidios acumulados de enero a octubre, 30 corresponden a la Región Lagunera que integran los municipios de Gómez Palacio, Lerdo, Tlahualilo, Mapimí, Nazas, San Pedro del Gallo, San Juan de Guadalupe, San Luis del Cordero, Cuencamé y Rodeo.

Los meses que acumularon más casos fueron marzo y octubre con cinco; le siguen febrero con 4; abril, junio, julio y agosto con tres cada uno; septiembre con dos y enero y mayo con un caso.

Armando Castillo González, encargado del Servicio Médico Forense de la Subprocuraduría de Justicia en la región atribuye a la depresión “la enfermedad del nuevo siglo”, la gran mayoría de los casos acumulados; a este factor le siguen otros predisponentes como los embarazos no deseados, las frustraciones continuas, las neurosis depresivas, enfermedades incurables y la adicción al alcohol o las drogas.

“Nuestra sociedad está enferma”, sentencia al decir que la frecuencia con que la dependencia a su cargo toma conocimiento de muertes que son autoprovocadas y las condiciones en que éstas se presentan, hace necesaria una mayor atención hacia el estado que guarda la salud mental de la ciudadanía, principalmente por las instituciones públicas de salud.

A su consideración, existen áreas como el departamento de Higiene y Salud Mental del Instituto Mexicano del Seguro Social que están totalmente desaprovechadas y registran un bajísimo nivel de consulta porque los derechohabientes no saben que existen.

Fuera de la atención que a través de dichas instituciones pueda brindarse a la población, está la atención psicológica privada, que representa un costo adicional al presupuesto familiar que no todos están en condiciones de cubrir y, por lo tanto, se descuida un aspecto muy importante de la salud humana, que es la mente.

Para Castillo González resulta preocupante que las crisis económicas predominen como el motivo principal de los suicidios, pues en la medida que se pierde el poder de compra, se restringe el gasto familiar y aumentan las deudas, la persona incrementa su preocupación y ante las pocas alternativas de recuperar lo perdido y de salir adelante en sus compromisos, opta por una salida falsa.

Si a este tipo de conflictos se le añade un consumo incontrolado de alcohol o drogas, la predisposición a buscar la muerte aumenta.

Otro motivo de preocupación, asegura, es que el 100 por ciento de los suicidios registrados correspon-den a personas de religión católica, lo que muestra la necesidad de que la Iglesia exhalte los valores del ser humano como motor de vida, pues incluso ésta misma castiga con excomulgar a quienes atenten contra su propia vida, según los anatemas del Papa Pío IX que figuran en el Concilio Vaticano II de 1911.

Qué decir de las cifras extraoficiales de intentos de suicidio, y que según el encargado del Semefo son un promedio superior a los 300 casos por año los que atienden las instituciones de salud como el IMSS, el ISSSTE, la Secretaría de Salud más los correspondientes a instituciones particulares.

A nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud, México ocupa el octavo lugar en suicidios registrados, antecedido por países como Suecia, China, Japón y Argentina; comparativamente, señala, la Región Lagunera de Durango registra más casos que La Laguna de Coahuila.

Durango se impone

De acuerdo a información proporcionada por la Procuraduría General de Justicia del Estado, el municipio de Durango se impone en las cifras al encabezar la estadística respecto a otros municipios, con un total de 39 casos sobre el municipio de Gómez Palacio con ocho casos y Lerdo con tres, en lo que va del año.

A su vez, y según los datos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de la entidad, el género masculino es más propenso a tomar la fatal determinación, pues emocionalmente es más débil y susceptible a los cambios de la autoestima; a diferencia de la mujer, está más inmerso en un ámbito de competencia y alcances laborales. De ahí que 60 de los 73 casos contados correspondan a hombres y sólo 13 a mujeres.

Los principales agentes que se utilizaron en 35 casos fueron el ahorcamiento con materiales como sogas, ropa, cables o alambre hasta cadenas; otros 29 mediante el uso de armas de fuego, desde pistolas hasta rifles de alto poder; de menor empleo pero de fatales consecuencias fue también el uso de cuchillos o navajas, asfixia por sumersión, intoxicación por medicamentos y envenenamiento.

De un acto sublime al

resultado de una enfermedad

Daniel Ramírez Amador, médico del Semefo de la Subprocuraduría de Justicia manifiesta que en la antigüedad, el suicidio era un acto exclusivo de la gente noble, como en Mesoamérica que año con año, en el ritual del Dios del Espejo, se elegía a un joven menor de 20 años que durante un año portaba la vestimenta que caracterizaba a ese dios, pero que al término de ese tiempo era ofrecido en sacrificio como un acto de veneración.

En la época medieval, el suicidio estaba más vinculado al honor; en el Medio Oriente, la práctica del “harakiri” constituía un ritual suicida perforándose las entrañas con una daga o sable.

En la actualidad, dice, el suicidio es el producto de la depresión, enfermedad que suele confundirse con la tristeza pero que a diferencia de esta última, quien la padece no identifica el origen y motivo de su malestar emocional.

Quien está deprimido cae en estados cada vez más profundos que se prolongan meses o años; lo llevan a trastornos obsesivos y compulsivos que a su vez generan fobias, adicciones al sexo, alcohol, fármacos, juegos y otros.

De ahí se desencadenan trastornos de angustia (sensación de desastre inminente) y ansiedad, estado en el que la persona siente desesperación y ésta se refleja en trastornos físicos como piel fría, sudoraciones, insomnio, anorexia o bulimia.

El último estadio, la melancolía, se proyecta en una apatía y desinterés total por todas las emociones, seguida por una fase maníaca o hipomaníaca que concluyen con el suicidio.

Alteraciones en los estados anímicos y todas las situaciones descritas, son indicativo de que quien las presenta demanda una atención psicológica inmediata, y que deben ser detectadas a tiempo por las personas que rodean al enfermo.

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