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Continúa tradición de la cestería con sotol y carrizo

Crearon un taller para enseñara un numeroso grupo de niñas

SAN LUÍS POTOSÍ.- María Isabel Sánchez Gaspar urde, entrelaza cestas coloreadas con anilina. Ella, al igual que otros integrantes de la comunidad de Paso Blanco, Mexquitic de Carmona teje canastos con sotol y carrizo, una fibra que sacan del maguey de las sierras potosinas.

“Aprendí desde que tenía 15 años de edad. El sotol se encuentra en la sierra en unos magueyes grandes; el cogollito lo extraemos cuando todavía está verde y de él obtenemos el zacate. Hay quienes ofrecen la fibra en los ranchos, pero a otros les gusta conseguirlo por sus propios medios. Cuando era pequeña vendía a 16 pesos la gruesa (12 docenas de canastas), ahora se compra a 140 pesos. Mi papá expendía las cestas chiquitas, medianas y grandes en el centro, y su mercado continúa hasta nuestros días.

Esta mujer de 57 años, rodeada de gallinas, cabras, gatos y perros enseñó a las niñas el arte de la cestería “para entretenerlas y que la tradición continúe”. Por eso junto con el maestro de la escuela de la comunidad, solicitaron la colaboración del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC), para la compra de materia prima.

Recordó que a aprendió a trenzar y tejer cestas, mientras cuidaba al ganado, junto con otras compañeras. “Las niñas más grandes hacían las canastas. Observé el proceso y aprendí, así que más tarde le dije a mi mamá ‘quiero hacer canastas, están bonitas’. Empecé a elaborarlas con la fibra natural, después mi mamá me compró tintas y pinté el zacate de azul, rojo, amarillo; así empecé a tejer canastas de colores”.

A la invitación de “quiere que le enseñe” Isabel Sánchez Gaspar se sentó cómodamente en una butaca en el patio de su casa y ofreció una lección de cestería con sotol y carrizo: “Se toman siete varitas que se entrecruzan mientras las sostenemos con los dedos, luego urdimos el zacatito para formarla base de la canastilla. Aparecen estas varas que parecen rayos, las doblamos, lo cual no es fácil, y así vamos tejiendo la cesta

Ella es la única integrante de su familia que se dedicó a hacer canastas, pues sus hermanos laboran en la construcción. “Me gusta, me entretengo y en mis ratos libres, para dejar pasar el tiempo, tejo. Antes las mujeres trabajaban elaborando canastas o bordando. Yo les enseñé a mis hijos y saben cómo se hacen canastas, pero no les gusta porque aseguran que es mucho trabajo: hay que ir en busca de sotol y carrizo, pintarlos con anilinas; pero ahora los jóvenes todo lo quieren rápido”.

Sin embargo en Paso Blanco, Mexquitic de Carmona, San Luis Potosí, todavía gran parte de sus habitantes se dedican a la cestería.

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