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Contra la pobreza/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

Quienquiera que haya luchado con la pobreza sabe lo extraordinariamente caro que es ser pobre”.

James Baldwin

El empresario mexicano Carlos Slim, cabeza del Grupo Carso y de Teléfonos de México, la mayor empresa privada del país, presentó este miércoles una ponencia en el Colegio de México en la que subrayó un tema de reflexión que ha venido promoviendo con ahínco en los últimos meses. La mejor inversión que pueden hacer los empresarios mexicanos, según Slim, es combatir la pobreza.

No me cabe duda de que el empresario más próspero de México debe tener razones de solidaridad humana para promover la lucha contra la pobreza. Pero su llamado trata más bien de apelar a los intereses de los empresarios mexicanos. A ellos especialmente les conviene eliminar la pobreza y promover el surgimiento de un mercado interno más sólido: “Lo que antes era ético y moral —señala Slim— es hoy una necesidad económica.”

Las propias empresas de Slim son indicativas de los problemas a los que la pobreza hace que se enfrenten las compañías más importantes de nuestro país. Si bien pueden tener un dominio muy importante sobre el mercado nacional, la falta de un número amplio de posibles consumidores se convierte en el mayor obstáculo para el crecimiento de sus negocios.

Durante los tiempos en que era propiedad del Gobierno, Telmex parecía estar en el negocio no de proporcionar servicios telefónicos sino de negarlos. Ahora la empresa tiene un excedente importante de líneas, cuando menos en las principales ciudades del país. Pero el problema no es que no haya líneas que entregar, sino que demasiados consumidores mexicanos, incapaces ya de enfrentar los cargos incluso del servicio básico, no pueden darse el lujo de tener teléfono. Telmex, como otras muchas empresas mexicanas, se beneficiaría enormemente de una ampliación del mercado de consumidores mexicanos.

En el qué no parece haber ninguna duda. Es indispensable, para beneficio de todos en el país, combatir la pobreza. El problema surge en el cómo. Y ahí es donde surgen las diferencias.

Los políticos mexicanos siempre han tratado de justificar su desempeño con el argumento de que estaban buscando combatir la pobreza. Desde 1917, cuando Venustiano Carranza se convirtió en presidente constitucional de México y hasta el 2000, todos los gobiernos del país afirmaron que su legitimidad se derivaba de una revolución cuyo objetivo fundamental había sido combatir la pobreza. Las buenas intenciones, sin embargo, no han sido suficientes. Según cifras de la secretaría de Desarrollo Social, más de la mitad de los mexicanos viven en la pobreza. Y lo peor es que una cuarta parte están hundidos en una miseria que no les permite siquiera alimentarse bien. Pero por si esto no fuera suficiente, México ni siquiera ha logrado disminuir la desigualdad en la distribución del ingreso (cuidado, porque no es lo mismo combatir la iniquidad que la pobreza). Hoy en día, a nueve décadas de iniciada la Revolución Mexicana, nuestro país tiene una de las peores distribuciones de la riqueza del mundo. No basta llorar, como lo hizo José López Portillo en su informe de gobierno de 1982, para revertir esta situación. Tampoco es necesario descubrir el hilo negro. Los países del mundo que han logrado escapar a la pobreza en las últimas décadas lo han hecho todos con fórmulas similares. El primer e indispensable paso es promover la inversión productiva, pero México sigue limitando u obstaculizando la inversión en campos tan importantes como la electricidad y el petróleo. Otro paso es abrir las fronteras al comercio: todos los países que han salido de la pobreza lo han hecho comerciando con el mundo. Es necesario también impulsar la educación: los países que están logrando avanzar han hecho de la educación una de sus prioridades. Y se requiere construir un Estado de Derecho en el que todos los ciudadanos sepan que serán castigados si violan la ley y respetados si la acatan. No me parece una paradoja que Carlos Slim esté en una campaña para combatir la pobreza. Sin duda hay razones personales y humanitarias que guían su esfuerzo. Pero su argumento se vuelve contundente cuando señala que la eliminación de la pobreza terminará beneficiando a los empresarios del país.

Alternativa

Favor con favor se paga. Ari Fleischer, vocero de la Casa Blanca, señaló este pasado 23 de octubre que Estados Unidos espera que México lo apoye cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas vote una resolución para el uso de la fuerza contra Iraq. ¿Qué gana nuestro país con estar en el Consejo de Seguridad? ¿Por qué tenemos que escoger entre una posición de principio, que sería rechazar una guerra de agresión y otra que implica una confrontación con nuestro principal socio comercial?

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