En estos días concluye el Tercer Festival Internacional de las Artes organizado por el Instituto Coahuilense de Cultura. Programa que busca llevar opciones de entretenimiento provenientes de muy distintos puntos del orbe, a todo lo largo y ancho de nuestro Estado. En Piedras Negras, el programa incluyó tres grupos de danza folclórica –arte que en esta entidad llama mucho la atención-, dos exposiciones y un taller de pintura; cuatro conciertos; una puesta en escena con textos de la torreonense Enriqueta Ochoa y un excelente titiritero. Sitios tan distantes como Serbia en Yugoslavia; la Región de los Grandes Lagos en Canadá y la Pampa Argentina se dieron cita en este puerto fronterizo trayendo cada cual su propia verdad para compartirla con el público.
Porque el arte es precisamente esto, la manifestación del creador para el espectador; la representación de su propia y particular verdad que intenta tocar la verdad del que se aproxima a ella. Es un enriquecimiento en dos sentidos, partiendo de la creatividad del artista y culminando en la sensibilidad del otro. El arte es una excelente oportunidad para conocer y conocernos; explorar nuestro propio mundo interno frente al universo de tantos otros mundos dentro del cual nos encontramos inmersos.
Por tercer año consecutivo, el Gobierno del Estado logra -cada vez con mejores resultados-, llevar estas expresiones culturales a los distintos rincones del Estado, abriendo así espacios de creación que nos engrandecen como ciudadanos.
Ello contrarresta con mucho un gran defecto de nuestro sistema de gobierno llamado centralismo. Difícilmente en la provincia chica tenemos oportunidad de disfrutar eventos de talla internacional como los que esta semana estuvieron al alcance de todos nosotros. Y por ese mismo escaso contacto con manifestaciones culturales distintas a lo propio, en ocasiones se les evade, con un cierto temor infantil a lo desconocido.
En mi personal opinión el grupo Curubandá, costarricense, primero de corte folklórico que pudimos presenciar, se llevó las palmas por su música en vivo, el vestuario, los recursos escenográficos, pero particularmente la expresión corporal. Excelente oportunidad para el acercamiento a las artes visuales que debió de haber contado con un lleno total desde el inicio. Comenzó con una concha acústica a un tercio de su capacidad, y poco a poco fue aproximándose público fortuito atraído por el jolgorio que se formó en el foro desde que comenzaron su participación.
A la segunda o tercera noche aún llegaban personas despistadas quejándose de no haberse enterado con oportunidad de los eventos, los cuales fueron difundidos por los medios masivos de comunicación. Lo que funciona, y no tengo noticia de que se haya hecho, –salvo para la puesta en escena-, es convocar a grupos escolares de los distintos niveles, lo que de alguna manera jala al resto de la familia.
El espacio de la concha acústica en la Macroplaza es abierto, sin embargo ello no justifica que durante las presentaciones el público esté platicando constantemente con una intensidad de voz como si estuviera en mitad de la calle. Actitud que se repitió en varios eventos, curiosamente casi por los mismos personajes, y que fue particularmente descortés durante la presentación del grupo canadiense de Six NationWomen Singers, cuyo canto autóctono interpretado por nueve voces se perdía en ratos entre el barullo proveniente del público. Pero, claro, con el tiempo y el contacto con eventos de este nivel deben irse superando tales inconvenientes.
“No, no me enteré”. “Estaba muy ocupado (a)”. “Pensé que cobraban muy caro”. “Me quedé con todo listo para ir, pero tuve un contratiempo de último momento”. “Si yo nunca me pierdo los eventos culturales”... Unas cuantas de las excusas de quienes no fueron. Yo me pregunto: ¿Para qué excusarse o justificarse? Es entendible que cada cual tiene sus propios gustos: Yo no iría a ningún evento futbolístico aunque me regalaran los boletos o el propio entrenador me lo pidiera de hinojos. Me moriría del aburrimiento, como probablemente otras personas harían frente a los eventos del Festival. Sin embargo, más que por falta de gusto, me atrevo a suponer que muchos evitaron ir por temor a lo desconocido, a sentirse fuera de lugar.
El Tercer Festival Internacional de las Artes. Aproximación a rincones distantes y distintos de la humanidad. Nos felicitamos como ciudadanos por tener un gobierno que decide invertir recursos en la cultura con una orientación humanista para el desarrollo integral de nuestras sociedades.
...Que el cambio en México no se dará por la vía del violento sometimiento, sino por la persuasión serena y fiel del proceso educativo.