Con el virtual triunfo del candidato del Partido Acción Nacional al ayuntamiento de Torreón, Guillermo Anaya, y encontrándose a la cabeza de la administración estatal un gobernador surgido del Partido Revolucionario Institucional, como lo es Enrique Martínez, la ciudadanía espera que los próximos tres años se dé una relación de respeto y coordinación entre ambos gobernantes, pues al margen de las cuestiones partidistas los dos tienen un compromiso que cumplir con el pueblo.
No es la primera vez que se da en Coahuila una situación de esta naturaleza, pues desde los tiempos de Flores Tapia en que el PAN conquistó un municipio por la vía electoral, el de Monclova, se hizo patente la necesidad de que existiera una efectiva coordinación entre esos dos niveles de gobierno, por lo que podemos afirmar que en ése, como en la gran mayoría de los casos que después se han presentado, ha habido capacidad de unos y otros para desarrollar acciones conjuntas, así como para respetar sus ámbitos de competencia.
La situación política actual requiere que así como el presidente Vicente Fox está obligado a apoyar a Coahuila porque el pueblo eligió a Enrique Martínez como gobernador, de la misma forma él se encuentra igualmente obligado a apoyar la administración que habrá de encabezar Guillermo Anaya y éste a su vez, como lo acaba de afirmar, debe actuar con madurez, responsabilidad, coordinación y respeto frente a la autoridad estatal.
En todos los cargos de elección popular el pueblo es el mandante y las autoridades electas sus mandatarios, por lo que todas están comprometidas a poner su mejor esfuerzo para trabajar coordinadamente en bien de la sociedad, cuyo interés está por encima de cualesquier otro que pudiera existir, pues de no hacerlo así estarían faltando al compromiso fundamental de trabajar siempre a favor del pueblo, sin distingos de ninguna naturaleza.