Paz en la tierra.
A los hombres de buena voluntad.
Es una frase muy vieja que siguen repitiendo en muchas partes.
Desde que la conocimos, nos pareció que era un regalo que con generosidad se daba a los seres buenos, nobles y de gran corazón.
Porque a través de la paz, nos parecía que se podía lograr todo.
Se hacían a un lado las guerras, los odios, los rencores y se dejaba el espacio para que reinara la fraternidad y el amor.
Este tiempo, y todos los demás, necesitamos que El Señor, naturalmente con nuestras buenas acciones nos ayude a lograr la paz.
Porque cada día avanzamos hacia un precipicio que nos arrojará al abismo de la desesperación donde moran todas las plagas, no sólo las de Egipto sino también las de todos los lugares.
Hoy es un día hermoso para cambiar el rumbo.
Necesitamos ser menos agresivos con los demás.
El inexplicable enojo, la ira y la intemperancia están por todas partes.
Lo sentimos cuando vamos por la calle, lo mismo a pie que conduciendo un vehículo. De pronto, un señor o una señora al volante nos exige nos hagamos a un lado, le estorbamos, tiene prisa y nos amenaza con atropellarnos o nos insulta.
¿Cuánta urgencia tienen para desplazarnos?
Seguramente en ellos no hay paz interior, mucho menos respeto a los demás.
Y esto es el pan de todos los días. Una señora de edad nos dijo el otro día, “prefiero quedarme en casa, hay demasiada violencia en las calles y ningún respeto para nosotros que ya no podemos movernos rápido”.
El mal humor se ha apoderado de muchos. Se han ido terminando las sonrisas y las buenas maneras.
Antes era escuchar poesía temprano, con aquellos saludos no sólo deseando un buen día sino acompañándolo con la frase, “le dé Dios”.
Poca gente saluda, lo consideran una pérdida de tiempo y no están para cortesías.
En ellos tampoco hay paz interior.
Esta Navidad recuperemos la paz interior todos nosotros, la necesita no sólo nuestro ser sino quienes están a nuestro lado y los que cruzan por nuestro camino.
Que El Señor, con su generosidad y su amor le regale en este tiempo, esa paz que tiene reservada para los seres de buena voluntad. El mundo se lo agradecerá.