La felicidad.
¿Dónde está?
¿Cómo se llega a ella?
¿Existe en realidad?
Velia y Chava son nuestros anfitriones.
En su casita de ese pequeño lugar provinciano nos llenan de atenciones.
No hay muchas comodidades, pero las suplen de otra forma.
La casa misma no está terminada. Él hace ya varios meses, quizá cerca de dos años, empezó a construirla donde casi no hay casas todavía. Eran tierras de cultivo y ahí compró un pedazo.
Ladrillo sobre ladrillo terminó la recámara, siguió con la sala y luego la cocina. A la entrada dejó lugar para una cochera porque los dos sueñan con un día tener un automóvil.
Ya están colocadas las puertas, pero faltan las ventanas que hoy cubren ladrillos colocados como celosías por donde entra el fresco de la noche.
También faltan muchos muebles, como la cuna para Dulce, la hermosa niña de diez meses que es la alegría de la casa.
Hoy la niña duerme en una bien improvisada hamaca hecha con cobijas. Un día tendrá su propia cama.
Y mientras llega Chava del trabajo, Velia nos invita a sentarnos en el patio que es a la vez huerta y tierra de cultivo. Ahí se siembran muchas de las cosas que comen.
Por ejemplo ese día que nos invitaron a comer, ella cortó nopales, calabazas, elotes, tomate y verduras. Todo lo que pondría en la mesa salió de esa pequeña huerta. Nosotros sólo compramos los refrescos y todos contentos.
Y ahí sentados disfrutamos del clima. Y en la plática ni cuenta nos dimos que empezaba a caer una ligera llovizna, era como una pluviosilla que solamente refrescaba. Cuando nos percatamos de ella, Velia dijo: Es parte de nuestra atención para ustedes.
Tomando a Dulce en sus brazos, la amorosa madre nos dijo de pronto:
“Aquí somos muy felices. Aquí conocimos la felicidad en esta pobre casa que un día estará completa. Aquí planeamos el futuro de nuestra hija y el nuestro, y de los demás hijos que a la mejor Dios nos regalará, para que Dulce no esté solita y no platique con ella misma como hoy lo hace mientras hago la comida”.
El lugar, al ambiente nos contagia y nos pone sentimentales.
¿Qué se necesita para ser feliz en la vida?
Primero calma, tranquilidad, estar en paz con nosotros mismos y con nuestros seres queridos. Tener comunicación y acercamiento con ellos.
Aceptar con alegría nuestra realidad sin querer vivir la vida de otros.
De vez en cuando juntarnos con los nuestros y compartir una tortilla o un pedazo de pan, lo demás, El Señor lo proveerá.