Vueltas.
Y vueltas.
El mundo da muchas vueltas.
Camina despacio el abuelo. A su lado, su nieto pone atención a las palabras que le dirige el padre de su padre.
Es otoño y los dos caminan por la vereda entre árboles que sueltan hojas y anuncian la llegada de los tiempos fríos.
Y el anciano agrega:
En este mundo las cosas cambian, al igual que los tiempos y también las personas.
Mira estos árboles. La última semana que por aquí caminamos estaban vestidos de verde, sus hojas eran hermosas. Hoy muchas de ellas están ahí, tiradas. Es la historia de la vida misma. La misma naturaleza se toma un descanso, como si se adormeciera, como si se abandonara, pero sólo es para resurgir más hermosa la próxima primavera.
Tú eres un niño y te falta mucho por conocer y por caminar.
Como te ves, me vi, como me ves, te verás.
El niño, que ama a su abuelo, al que gusta escuchar no interrumpe, deja que el hombre a su lado lo lleve por la vereda del bosque y le hable de la vida, ésa a la que él apenas se asoma y de la que le falta mucho por conocer.
Hubo siempre una gran afinidad entre los dos.
A los pocos meses de nacido, el niño estiraba los brazos cuando veía a su abuelito, y es que el anciano lo cargaba y lo llevaba a mirar las palomas que se posaban en la calle, y luego visitaban un perrito en cautiverio que se alegraba al verlos. Y remataban en la iglesia cercana donde al pequeño le fascinaban los colores de los vitrales y las imágenes de los santos.
Esa unión se hizo más bonita con el paso del tiempo. Al abuelo le gustaba hablarle al nieto quizá de lo mismo que él escuchó de su abuelo, aquél con el iba por las mañanas de domingo a abrir la puerta de la iglesia del pueblo, a prender las velas y colocar objetos frente al altar para la primera misa.
Y siguió hablando el anciano:
Sé siempre respetuoso con tus padres y con tus mayores. Ama y cuida a tus hermanos, cultiva la amistad entre los seres buenos que encuentres a tu paso. No ofendas al prójimo ni hables mal de nadie. Vive sin prisas y no tendrás angustias. Cuida de ti siempre y nos darás confianza a la vez que la tendrás tú para triunfar. En las vueltas que da la vida, hoy unos estarán arriba y otros abajo. Tú mantente siempre prudente y humilde y permanecerás en un mejor lugar aunque pase el tiempo. Que nunca conozcas el egoísmo ni la deslealtad.
Anciano y niño se sentaron en una banca del bosque.
Si el tiempo se detuviera ambos serían más felices, pero el mundo sigue dando vueltas...y vueltas.