En medio de los jadeos acezantes, ingentes contorsiones, extáticos deliquios y urentes suspiros anhelantes que caracterizan al acto supremo del amor, la guapa señora acierta a decirle al joven médico: "-Ha de perdonar mi desconcierto inicial, doctor, pero yo siempre había creído que la fecundación artificial se hacía artificialmente''... En la fiesta una linda muchacha le informa a Babalucas con voz llena de lúbricas incitaciones: "-Quizá te gustaría saber que soy nudista''. "-¿Ah, sí? -se interesa Babalucas-. ¿Y cuántos nudos sabes hacer?''... Por primera vez en su vida la señorita Celiberia Sinvarón vio una radiola, rockola o sinfonola, que en las tres formas solían llamarse los aparatos accionados por monedas y destinados a la reproducción de piezas musicales grabadas en discos de pasta más o menos dura. (Dicho sea de paso, entre los éxitos -llamados "hits''- que llegué a oír en esos aparatos estaban los siguientes: "They needed a songbird in Heaven, so God took Caruso away''; "Come after breakfast, bring your lunch and leave before suppertime'' y "Where did Robinson go with Friday on Saturday Night?''). Alguien le dijo a la señorita Sinvarón: "-Échele una moneda a la radiola y le tocará algo''. Al rato se queja Celiberia: "-Le eché la moneda, pero no ha salido la mano que me tocará algo''... Estoy muy contento. Si mis cuatro lectores advierten en mí una sonrisa no necesitarán preguntar la causa de mi júbilo, pues ahora mismo la voy a declarar. Fue el conocimiento de una declaración papal lo que me puso alegre. He aquí que el Papa Juan Pablo II confirmó ante la ciudad y el mundo (urbi et orbe) un documento en que la Iglesia Católica proclama una vez más la santidad de la vida humana. Yo estaba muy inquieto porque mi Iglesia no cambiaba su posición acerca de la pena de muerte, monstruoso castigo irremediable que -pienso- no se puede justificar en ningún caso. La última edición del Catecismo de la Iglesia Católica admite todavía la pena de muerte, aunque la limita a "casos de extrema gravedad''. Pues bien: en su encíclica "Evangelium Vitae'', el Evangelio de la Vida, el Papa señala que la aplicación de la pena de muerte es inmoral salvo "en casos de absoluta necesidad... cuando no sería posible defender a la sociedad de otra manera''. Añade: "... Tales casos son muy raros, si no prácticamente inexistentes...'', y apunta que la modernización de los sistemas penales hace posible el aislamiento de los delincuentes sin tener que privarlos de la vida para evitar daños a la sociedad. De acuerdo con la opinión de expertos esta encíclica representa una importante evolución en la tradicional postura católica sobre la pena capital. "Quizá muy pronto –afirman esos peritos- la Iglesia demandará que el quinto mandamiento, No Matarás, sea llevado también a los códigos penales''. Eso me llena de contento. No me agrada la actitud que llamo "siperismo'', por la cual se desvirtúa la esencia de la doctrina cristiana: el amor. "Ama a tu prójimo'', propone Cristo. Y nosotros decimos: "-Sí, pero me reservo el derecho de decir quién es mi prójimo y quién no''. Dicta el sagrado Libro: "No matarás''. Y respondemos: “-Sí, pero se admiten las siguientes excepciones...'', y así diciendo autorizamos la pena de muerte, condonamos las guerras y toleramos la violencia como medio para buscar el mejoramiento de la sociedad. Esta encíclica del Papa puede apuntar hacia un catolicismo más en comunión con la plenitud del cristianismo... Afrodisio Lascívez le hizo una propuesta indecorosa a Susiflor. "-¡Estás muy equivocado! -se indigna ella-. '!No soy de ésas!''. Se alegra el cínico Afrodisio: "-¿Significa eso que no me vas a cobrar?''... FIN.
