Doña Tebaida Tridua, ya se sabe, es Presidenta Ad Vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Esta asociación ha reclamado para sí la ardua misión de velar por la conservación de las buenas costumbres, las pocas que quedan. Pues bien: acabo de recibir un oficio en doce fojas útiles y vuelta, escrito en caracteres elzevirianos, en el cual la severa dama me prohíbe terminantemente la publicación en este espacio del chascarrillo intitulado "El Chiste más Plebeyo y Lépero del Año". Tan draconiana prescripción me pone en un dilema: ¿debo atender el ucase de la señora Tridua o debo salir en defensa de la libertad de expresión? Opto por el segundo extremo: a mí ninguna señora -excepción hecha de la mía- me dice lo que debo hacer. Lean entonces mis cuatro lectores, mañana, el vitando cuento cuyo nombre arriba mencioné... Ms. Easybutt estaba en su lecho de muerte. Llama a su esposo, mister Cuntstruck, y le dice con el último aliento de la vida: "-Antes de morir debo hacerte una confesión. De nuestros siete hijos, el menor...". "-¿No es mío? -la interrumpe mister Cuntstruck con temblorosa voz. "-Es el único que es tuyo" -completa su confesión Ms. Easybutt... Lleno de inquietud le dice un pasajero del avión a su vecino de asiento: "-Me temo que este avión no es muy seguro. El tarjetón de seguridad, en vez de instrucciones para el salvamento, trae el Padre Nuestro"... Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del hemisferio occidental. Existe una versión no comprobada según la cual se le prende un foquito allá donde les platiqué, como a los refrigeradores. Se sabe de cierto, sí, que una vez doña Frigidia pensó ir de vacaciones a Hawaii, y ese sólo pensamiento bastó para que se helara en la isla toda la cosecha de ananás. En cierta ocasión su esposo, don Frustracio, viajaba en compañía de un amigo. Tres semanas llevaban ya de viaje. Dice un día el amigo, ya desesperado: "-Extraño mucho a mi mujer. Tendré que ir a una casa de mala nota". "-Yo también extraño mucho a la mía -confiesa don Frustracio-. Tendré que ir a la morgue"... Dos dudas me atosigan. La primera: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur? La segunda: de todos los secretarios de Hacienda que hemos tenido en México, desde don José Ignacio Esteva hasta Gil Díaz, pasando por José Ives Limantour, se ha dicho que son genios. Genio don Antonio Ortiz Mena, genio don Hugo B. Margáin, genio Beteta, genio Petriccioli, genio Pedro Aspe Armella... Todos genios, luminarias de las finanzas públicas. De todos se ha afirmado -lo recuerdo bien- que antes saldría el Presidente de su cargo que salir ellos, pues merced a su genial manejo de los asuntos hacendarios conservaba México su buen crédito internacional y su equilibrio interno. ¿Por qué entonces, pregunto conturbado, si todos los secretarios de Hacienda han sido genios, está tan arruinada nuestra hacienda? Ya ni siquiera sabemos el monto actual de la deuda externa, y no ignoramos que internamente vivimos en una bancarrota que tiene paralizada casi a la nación y que ha llevado a los actuales genios financistas a tratar de sacar dinero hasta de abajo de las piedras. ¿Genios en Hacienda -tan genial el de ahora que de no ser por él este país habría estallado ya en pedazos- y nuestra hacienda cada día más quebrantada? Como dijo el gringo: mí no comprende... La maestra les dicta a los niñitos: "-La gallina Cocorica puso un huevo". Se inclina Juanilito sobre Pepito y le pregunta en voz muy baja: "-Oye: ¿'huevo' se escribe con be o con ve?". Responde Pepito en voz igualmente baja: "-No sé. Por si las dudas yo mejor puse 'cojón'"... FIN.
