La mujer de Babalucas, Boborronga, dio a luz un hijo, el tercero. "-Ahí le paramos” -sentenció el papá-. "-¿Por qué?” -pregunta Boborronga-. Explica Babalucas: "-Leí que uno de cada cuatro niños que nacen en el mundo es chino, y yo quiero puros hijos mexicanos”... ¿Pueblo pobre con partidos ricos? Eso no puede ser, opino yo. ¿Cómo es posible que mientras millones de mexicanos se debaten en una pobreza que es ya miseria intolerable haya una casta de políticos a quienes el Estado mexicano debe entregar dineros cuantiosísimos para el sostenimiento de una burocracia que no hace más que intrigar para conseguir que no desparezcan sus "prerrogativas"? Nunca mejor empleado fue ese término, "prerrogativas", que en su acepción principal significa privilegio. Con la cuchara grande se han despachado los partidos, el PAN igual que el PRI y que el PRD, más otra copia de partiditos y partidillos que no son otra cosa que rentables negocios de familia. Ya no puede el país con esa carga que se hace más onerosa cada día por la infinita cantidad de chambas que se deben crear para nutrir a una especie de nueva aristocracia parasitaria e improductiva. ¿Pueblo pobre con partidos ricos? Eso no puede ser, opino yo... Doña Avidia, mujer con grandes impulsos de libídine, no era correspondida en tal pasión por su marido, de nombre Pudendín Doblado. Un día, sin conocimiento de su esposo, fue la ardiente señora con el médico y le pidió algún elixir, pócima o brebaje que sirviera para resucitar en su exangüe consorte los febráticos ímpetus de rijosa carnalidad que el paso de los años le había arrebatado. ("Use it or loose it”: o lo usas o lo pierdes, se dice en lengua inglesa para expresar lo mismo que el clásico apotegma enunciado por Hipócrates de Cos: órgano que no se usa se atrofia). El médico escuchó la solicitud de doña Avidia. "-Mire, señora - le contesta-. Me acaba de llegar este nuevo específico paregórico formulado con una combinación de fosfuro de cinc, nuez vómica, estricnina, acantea virilis, hierba damiana, ginseng y extracto de yohimbina. Le haré una receta para que con cuidado administre el medicamento a su marido”. El doctor puso en su prescripción que don Pudendín debería tomar "4 ó 5” gotas de aquel líquido. Desgraciadamente doña Avidia leyó "405 gotas”, de modo que casi le dio a beber todo el frasco a su agotado cónyuge. A la mañana siguiente muy temprano llama doña Avidia por teléfono al doctor. "-¿Funcionó el remedio?” -pregunta éste con gran interés-. "-¡Vaya que funcionó! -responde doña Avidia-. Ahora necesito que me mande el antídoto, para poder cerrar el ataúd”... Subió al autobús una mamá con catorce hijos. Todos encontraron asiento, menos uno, que quedó de pie. Ve la señora a un hombre gordo y corpulento que ocupaba él solo todo un asiento, pues se sentaba muy ancho y despatarrado. Llama la mujer a su hijo y le dice: "-Ve con aquel señor y dile que si cierra las piernas podrás sentarte tú”. Va el niño y regresa. "-Dice el señor que si tú hubieras hecho eso mismo iríamos todos sentados y todavía sobraría lugar”... Dice el paciente al traumatólogo: "-Doctor, todas las noches sueño que llegan a mi cama tres preciosas chicas. Se precipitan sobre mí llenas de amor, y yo hago una cosa absurda, inexplicable: las rechazo empujándolas con ambos brazos”. Le indica el médico: "-Lo que usted necesita es un siquiatra. Yo soy traumatólogo”. "-Precisamente, doctor -replica el sujeto con angustia-. Vengo a que me quiebre los brazos”... FIN