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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Se inicia esta columneja con un cuentecillo triste. A ese relato seguirá una reflexión más triste aún. Para aligerar el ánimo, a ese chiste y a la supracitada reflexión seguirá una serie de historietas de buen humor y grata amenidad. He aquí el cuento triste... Eglogio y Bucolio, campesinos mexicanos, estaban platicando. "-Dime, Bucolio -pregunta Eglogio-. Si de pronto los gringos abrieran la frontera y nos dejaran pasar a todos los que quisiéramos ir a trabajar allá, tú ¿a dónde irías?”. "-Me subiría a un árbol” -responde sin vacilar Bucolio. "-¿A un árbol? -pregunta Eglogio sin entender. ¿Por qué?”. Dice Bucolio: "-Para no morir aplastado en la estampida”. El pequeño relato es expresión de una muy triste realidad. En efecto, cientos de miles de mexicanos, millones quizá, saldrían de su país para ir "al otro lado" si les fuera dable hacerlo. Solemos hablar de Cuba con reproche, y decimos que muchos cubanos escaparían de la isla si pudieran. Pero hemos de reconocer, aunque nos entristezca, que un enorme número de mexicanos también saldría de México (me resisto a decir "escaparía”) si estuviera en posibilidad de hacerlo. Castro no deja salir a los cubanos; los norteamericanos no dejan entrar a nuestros compatriotas que quieren emigrar a los Estados Unidos. Hay otra circunstancia a la que no había yo dado la debida consideración: en el pasado casi todos los emigrantes eran "braceros”, o sea, campesinos, fuerza manual de trabajo para el campo. Ahora el término mismo, "braceros”, ha desaparecido, y se habla más bien de "indocumentados”. ¿Por qué? Porque a las legiones de campesinos que quieren salir de México se han sumando miles y miles de hombres y mujeres de la clase media que van a buscar allá lo que aquí no pueden encontrar: trabajo bien retribuido; una vida más digna; condiciones para prosperar... Toda esa gente no se va de México porque quiere, por afán de aventura o por ambición de dinero. Todos aman a su país y dejan con tristeza a su ciudad y a sus seres queridos. Saben que van a sufrir discriminación, penalidades, que en el futuro sus hijos estarán expuestos a riesgos de todo orden. Pero emigran de cualquier modo por necesidad -como todos los emigrantes del mundo-, para encontrar una vida mejor. ¿Llegará alguna vez el día en que el mejor país donde los mexicanos puedan vivir sea México?... Don Algón, el jefe de la compañía, entrevistaba a la guapa chica que pedía el puesto de secretaria. "-Y dígame, señorita Pompilia -le pregunta-. ¿Tiene usted facilidad de palabra?”. "-Sí, don Algón -responde ella sonriendo provocativamente-. La única palabra que se me dificulta pronunciar es ‘No”‘... Dice la maestra: "-La ley de la gravedad es la que nos mantiene pegados a la Tierra”. "-Pos ya nos llevó la tiznada -le dice Pepito en voz baja a un compañero-, porque en este país se violan todas las leyes”... Himenia y Solsticia, maduras señoritas solteras, regresaron de un viaje por Alaska y recibieron la visita de su amiga Celiberia, soltera igual que ellas. Empezó Himenia la conversación hablando del clima en aquel país. "-La última noche estuvimos bajo uno” -dice. Prorrumpe escandalizada Celiberia: "-¿Las dos?”... FIN.

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