Aquella pareja de ancianitos iba a celebrar sus 65 años de casados. (50, bodas de oro; 55, de esmeralda. A partir del 60 todos los demás aniversarios son de diamante. ¡Qué nombre tan inadecuado! A esas edades ya no hay nada duro). La viejecita logró que su marido accediera a celebrar la ocasión con una fiesta, no sin que antes el ancianito rezongara estas palabras que cualquier esposo podría pronunciar al celebrar un año más de matrimonio: "El hombre es el único animal que festeja el aniversario de su cautiverio". Fueron los dos a arreglar lo del salón para la fiesta, y en el camino pasaron por una farmacia. Entraron, pues ambos necesitaban comprar alguna medicina. "-¿Tiene Colidox?" -pregunta la ancianita. "-Sí hay" -responde el dependiente. Y le entrega el frasquito de pastillas. "-¿Tiene Piroflaxina". "-Sí. Aquí tiene". "-¿Y Clominax?". "-Aquí está". Pide el viejito: "-Un linimento del doctor Naols". "-Tenga usted". "-Unos parches de mostacina". "-Helos aquí". "-¿Hay ungüento de ribofavocloromicetina?"- "-Sí tenemos". El ancianito se vuelve hacia su esposa y le dice: "-Viejita: ¿por qué en vez de poner la mesa de regalos en Liverpool no la ponemos en esta botica? ¡Aquí tienen todo lo que realmente necesitamos!"... Ninfoma Ñaca, mujer de costumbres eróticas desenfrenadas, estaba con tres hombres a la vez en la alcoba de su casa cuando llegó el marido. Uno de los sujetos se escondió bajo la cama; el otro se ocultó entre las cortinas y el tercero se metió en el clóset. Entró el esposo en la recámara, y al ver a su mujer ligera de vestuario vino en antojo de refocilarse. Estaban en el trance cuando el marido dice de repente: "-Siento que algo se mueve abajo de la cama". "-No te asomes -le pide la mujer-. Es un perrito que acabo de comprar. No me lo asustes". El querido que estaba debajo escucha a la mujer decir aquello y hace con tenue latido de cachorro: "-¡Guau guau!". El esposo se da por satisfecho y continúa la acción. A poco dice el marido: "-Siento que algo se mueve entre las cortinas". "-No vayas -le dice la señora-. Es un gatito que llegó solo a la casa". Oye aquello el segundo amante y hace con quedo acento de minino: "-¡Miau! ¡Miau!". El esposo asiente y siguen los meneos. Poco después dice el marido: "-Oigo ruidos dentro del closet". "-No lo abras -le pide la mujer-. Es un... es un...". Vacila y se turba la señora. No daba con el nombre de algún otro animal a fin de distraer la atención del engañado. Al fin dijo lo primero que se le ocurrió: "-Es un gansito que me regalaron". Oye aquello el individuo que estaba dentro del closet y dice con voz dulce, infantil y tierna: "-¡Recuérdame!"... (¡Qué barbaridad! ¡Como en el anuncio de los sabrosos Gansitos de chocolate que tanto gustan a los niños! Todo lo echó a perder el mentecato)... En torno de cada dictador se forma siempre una caterva de tiranitos que emulan en la medida de sus posibilidades la conducta de su dios. Así se vio en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, donde se ha hecho presente la Cuba de Castro más que la de Martí. Un coro de rabiosos muchachillos y vetustos carcamales agredió a quienes presentaban un número de la revista Letras Libres dedicado a Cuba, y convirtió un acto cultural donde pudo haber diálogo razonado y útil confrontación de ideas en un mitin fascista de la más baja estofa. ¿Podrán hacer la defensa de esta acción los badulaques que aún se empeñan en gloriar a Castro y en llamar a Cuba -¡ironía dolorosa!- "territorio libre de América"? Llegue a Enrique Krauze nuestra solidaridad... FIN.