A la prima Celia Rima se le ocurrió un comentario a propósito de la reciente visita de Bill Clinton a Monterrey, donde impresionó a todos por su elegante atuendo y por los substanciosos conceptos que vertió acerca de la política y la economía en el mundo. He aquí el comentario sobre Clinton: "Dijo cosas elevadas / con elegancia de emir. / ¡Yo pensé que iba a salir / con puras ma... marrachadas!". Al final viene otro epigrama de esta chispeante versificadora de ocasión... ¿Dónde conviene estar si hace mucho frío y necesitas el calor de un elefante? La antigua sabiduría de los incas responde a esa pregunta: ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Esta reflexión, desde luego, es más mentirosa que la acción de ponerse los hombres una papa en la parte delantera del traje de baño antes de salir a la playa o a la alberca del hotel. (Hubo uno que no sabía bien el truco y se puso la papa en la parte posterior. Con eso suscitó la risa de los vacacionistas). ¿Qué pregunta podían contestar los incas acerca de los elefantes, si no los conocían? Como quiera es válida la contestación: si hace frío y quieres aprovechar el calor que despide un elefante no has de ponerte demasiado lejos, pues el calor no te llegará, ni demasiado cerca, porque entonces corres el peligro de que te aplaste el paquidermo. Uso el selvático símil para orientar a la República en lo que atañe a sus relaciones con el elefante vecino, es decir, con los Estados Unidos. Inteligente diplomacia sería aquella que nos permitiera aprovechar las ventajas de su cercanía sin exponernos a los riesgos de caer bajo su poderoso influjo. Ahora, me temo, estamos siendo aplastados en muchas formas por ese grandulón que no busca tener amigos, sino proteger sus intereses y los de las grandes corporaciones internacionales a las que prohija y de las cuales en buena parte dependen sus políticos. El 11 de septiembre se hundieron los buenos intentos del Presidente Fox por lograr un acuerdo migratorio que acabe con las tremendas injusticias y discriminación que sufren los trabajadores mexicanos allá en "el otro lado". Ahora esa misma discriminación se observa en relación con el autotransporte: mientras nosotros abrimos las puertas y todo lo demás a los estadounidenses ellos piden que los choferes mexicanos hablen latín, sánscrito y griego koiné, cuando hay conductores de trailers en Estados Unidos y Canadá -hindúes, iraníes, coreanos, vietnamitas- que ni siquiera hablan inglés. (Lo mismo sucede con los taxistas de Nueva York: le pides a uno que te lleve a Queens y te deja en el centro de Poughkeepsie. Y ni cómo discutir, pues te suelta una retahíla de maldiciones en un dialecto asiático-africano que no hay manera de entender. Terminas pagándole y mentándole la madre en mexicano. Lo peor es que el maldito te contesta en perfecto español: "La tuya, güey"). No cabe duda: hay injusticias en el mundo. Ésta del autotransporte es una de las mayores. El elefante, pues... Lord Feebledick le dice a su mujer, Lady Loosebloomers: "-Sé que me engañas con el guardabosque". "-No es cierto" -niega ella. "-Entonces con el chofer". "-Tampoco". "-Ha de ser con el mayordomo". "-¡Óyeme! -estalla lady Loosebloomers-. ¿Tú te crees que yo no tengo amigos?"... A la prima Celia Rima se debe otro punzante comentario, éste en relación con los muchos problemas que hoy por hoy afronta Fox. Dice así su comentario sobre el Presidente: "Es triste lo que le pasa, / pero realmente lo peor / es que el problema mayor / lo tiene en su misma casa"... FIN.