Doña Tebaida Tridua está seclusa en su aposento. Con nadie quiere hablar, ni siquiera con su director espiritual. Los médicos se inquietan: nunca la habían visto en esa postración. Inútiles han sido todos los remedios de la ciencia; no han servido de nada los emolientes, revulsivos y corroborantes; vanos fueron los analépticos, carminativos y vomipurgantes; infructuosos resultaron los catárticos, emenagogos y antihelmínticos. ¿A qué se debe la deplorable condición de la Presidenta Ad Vitam (interina) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías? Sucede que la ilustre dama leyó el cuento "Las tres hermanas" y cayó en una especie de surmenage con manifestaciones asténicas y lipotímicas. El médico de cabecera le dijo con voz grave al marido de doña Tebaida: "-Su esposa está a las puertas de la muerte". "-¡Pues toque, doctor! ¡Toque!" -solicitó con ansia el fementido. Lean mis cuatro lectores el dicho cuento de "Las tres hermanas". Viene al final de esta columnejilla... Las crisis económicas y políticas suelen traer consigo un grande mal: el populismo. A río revuelto ganancia de demagogos. Cuando se han incumplido todas las promesas la gente está dispuesta a creer todas las promesas. Esto de la alternancia nos puede llevar a una política de péndulo que nos haga pasar de la palmaria ineficacia de un gobierno derechista a otro surgido de la izquierda. La derecha ya tuvo su demagogo, candidato efectivísimo. Toca quizás el turno al otro lado del espectro, a algún candidato amasado por las masas, como pasó en Brasil. Tras el fracaso del PRI, si sigue fracasando el PAN, le tocará al PRD el derecho de fracasar también. Digo eso porque ninguna base para asentar el optimismo dan por ahora los partidos. La clase política de México se ve incapaz de responder con tino y prontitud a las preguntas que plantea la realidad actual de México. Si no pueden los políticos responder a esas interrogantes contesten al menos ésta: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... El peluquero le pregunta al cliente después de rasurarlo: "-¿Le pongo loción, señor?". "-No -rechaza el hombre-. Mi esposa va a decir que huelo a prostíbulo, a congal". "-A mí sí póngame, máistro -pide el que estaba al lado-. Mi señora no sabe a qué huelen los congales"... En la atestada sala el juez encara al siguiente reo. "-Está usted acusado -le dice- de haber golpeado con un martillo a su esposa". Un hombre que estaba atrás grita indignado: "-¡Ah, miserable!". Tras una pausa de confusión prosigue el juez: "-También se le acusa de haber golpeado con el mismo martillo a su suegra". "-¡Maldito!" -vuelve a gritar con ira el individuo. "-Oiga -lo amonesta el juez-. Entiendo su indignación ante la violencia que ejerció el acusado sobre esas pobres mujeres, pero si sigue usted gritando haré que lo saquen de la sala". "-Perdone, señor juez -se disculpa el sujeto-. Lo que he oído me indigna sobremanera porque soy vecino de ese desgraciado. En varias ocasiones le pedí un martillo, y siempre me dijo que no tenía"... Una señora era madre de tres hijas. Se casaron las tres en boda triple. La señora, preocupada por las chicas, cuya inocencia presumía, les pidió que por correo electrónico le contaran sus experiencias en la luna de miel. A la semana llegaron los mensajes. Abrió el de la primera. Decía: "Pepsi-Cola". La señora recordó el eslogan de ese refresco: "Más cantidad; más calidad". Llegó el correo de la segunda. Decía: "Benson & Hedges". La señora conocía el lema de esa marca de cigarrillos: "Extralargo". El mensaje de la tercera decía: "Canadian Charters". Buscó la señora un anuncio de esa línea aérea. Decía: "Volamos tres veces al día, siete días a la semana, a diferentes destinos"... FIN.