El novio se acercó al padre Arsilio con un singular ofrecimiento. "-Padre -le dijo-, tenga estos mil pesos. A cambio le pido un favor: cuando me pregunte si acepto a mi novia por esposa suprima la parte que me obliga a guardarle fidelidad". El buen padre Arsilio se embolsó la suma. En la ceremonia de la boda llegó el momento de expresar los votos. Le pregunta el sacerdote al novio: "-¿Tomas a Rosilita por esposa?". "-Sí" -contesta sonriente el muchacho pensando que ahí terminaría su obligación. Para su asombro el padre Arsilio continuó: "-¿Prometes serle fiel, jamás poner los ojos en otra mujer, entregarle todo tu sueldo, obedecer sus órdenes, servirle diariamente el desayuno en la cama, llevarla a cenar por lo menos dos noches a la semana, y encargarte tú de las faenas domésticas los martes, jueves, sábados y domingos?". Con los ojos de toda la concurrencia puestos sobre él, y sintiendo también la penetrante mirada del padre Arsilio, el aturrullado novio sólo acertó a contestar: "-S-sí". Lleno de enojo se inclina luego hacia el padre Arsilio y le dice con dientes apretados: "-Creí que teníamos un arreglo, padre". "-Sí, hijo -responde don Arsilio devolviéndole los mil pesos-. Pero tu novia me hizo una mejor oferta"... El buen sentido, extraño visitante, estuvo en la Cámara de Diputados, y en forma unánime los legisladores aprobaron el dictamen de la Comisión de Gobernación y Seguridad Pública por el cual se prohíbe la instalación de casinos de juego y se regulan los juegos con apuestas. Desde todos los puntos de vista es acertada esa determinación. De tales casinos no puede venir sino provecho para pocos y daño para muchos. Ni siquiera los empleos que eventualmente se generarían -reducidos en número, en todo caso- son base para justificar la creación de tales establecimientos: el trabajo no es un fin en sí mismo, ni se justifica per se: debe servir a un fin bueno y útil, conveniente a los fines de la comunidad. Acertada la ley, no tiene sin embargo tintes puritanos: deja una especie de "zona de tolerancia" destinada a quienes practican el peligroso vicio del juego. Para ello autoriza el funcionamiento -con límites, y regulado- de centros de apuestas, y permite los juegos de azar en las tradicionales ferias del País. Tanto el dictamen como su aprobación unánime merecen alabanza... La señora entra desesperada con su niño al consultorio médico. "-Doctor! -prorrumpe con angustia-. ¡Mi hijito se tragó una bala! ¿Qué hago?". "-Por principio de cuentas, señora -responde con toda calma el facultativo-, voltee la colita del niño pa'l lado de la pared"... Una señora que vivía en Monterrey fue al Distrito Federal a pasar un mes con su mamá. A la semana, su marido, regiomontano él, le envió un e-mail que arruinó las vacaciones de la esposa. Decía el mensaje: "Viejita: ¡ajúaaa!"... Hablando con un colega aquel médico se quejaba con voz sombría. "-¿Has oído -le pregunta- aquel viejo refrán según el cual una manzana al día mantiene alejado al médico?". "-Sí, contesta el otro doctor. 'An apple a day keeps the doctor away'". "-Bien -gruñe el primero-. Mi mujer me da una manzana todas las noches al irnos a la cama"... La criadita de la casa quebró un plato en ausencia de la señora. El señor tomó a la criadita de la mano, la llevó a la recámara y se refociló cumplidamente con ella. Al terminar el trance pasional le dice con tono de severidad: "-Ése es tu castigo por haber quebrado un plato". Media hora después el señor estaba en la sala leyendo su periódico. Llega la criadita y le dice con timidez: "-Siñor: ya quibré otro plato"... FIN.
