¡Feliz Navidad, cuatro lectores míos! ¡Que el amor, la paz y el bien de Dios estén en nuestros hogares! Si tales bendiciones tenemos ¿dónde está, crisis, tu victoria? ¿Dónde está, economía, tu aguijón? No nos atemos a los apegos materiales. Busquemos en las cosas sencillas nuestro gozo en vez de afligirnos neciamente por aquello que nos falta y que a lo mejor ni siquiera en verdad necesitamos. (El dinero no compra la felicidad, sobre todo si es poco). Séame permitido ofrecer a mis cuatro lectores un ramillete de blancos cuentecillos en homenaje a este día tan señalado... Los pioneros, perseguidos por los indios Pies Negros (no viene al caso explicar por qué los tenían así), se refugiaron en Fort Weak. Bien pronto la muralla quedó rodeada por salvajes, y el tambor de guerra empezó a sonar, amenazante. Dice el oficial del fuerte al jefe de los pioneros: "-No me gusta nada el sonido de ese tambor”. Del otro lado del muro se oye una voz de indio: "-¿Y qué querías, caón? ¿A Gene Krupa?”... Le dice doña Jodoncia a su marido: "-Algo me pasa este día. No soy yo misma”. "-Es cierto, querida -acota tímidamente don Wormilio-. Ya noté la mejoría”... Don Geroncio se iba a casar con mujer joven, y fue con el dentista a que le hiciera una nueva placa dental. Al regresar de la luna de miel va otra vez con el odontólogo. "-La placa dental no ajusta bien” -se queja. Lo revisa el médico y le dice: "-No sé por qué se queja, señor. La placa ajusta perfectamente en las encías”. "-Pero no ajusta bien en mi señora” -contesta don Geroncio... Eran los días de las compras navideñas. El policía vio a un hombre tendido cuan largo era sobre el pavimento, a un metro de la acera. "-¿Qué le pasó, señor? -le pregunta con alarma. ¿Perdió usted el conocimiento?”. "-No -responde el hombre sin moverse de donde estaba-. Hallé un sitio para estacionar y envié a mi esposa a comprar un coche”... Susiflor fue a solicitar empleo. Le pregunta el jefe de Reclusos Humanos: "-¿Cuál fue su última posición?”. Contesta Susiflor ruborizándose: "-La de siempre: él arriba y yo abajo”... Le dice el juez al acusado: "-Asaltó usted un banco y robó un millón de pesos. Luego fue a una joyería y robó dos millones en joyas. Por último se robó toda la producción del año en la mina de diamantes. ¿Puede alegar algo en su defensa?”. "-¡Estaba desesperado, señor juez! -clama el sujeto, gemebundo-. ¡Tenía hambre!”... Una esposa mandó a su marido a traer el pan para la cena. Pasó una hora, pasaron dos y el hombre no volvía. Salió a buscarlo la señora. Alguien le dijo que lo habían visto entrar en un hotelucho del barrio acompañado por una mujer cuya profesión se adivinaba a las claras, pues cada vez que se agachaba se le veía la credencial. Va al hotelucho la señora y averigua el número de la habitación en que se hallaba su marido. Sin tocar la puerta irrumpe en el cuarto y lo sorprende in fajanti con la pelandusca. Antes de que la enfurecida esposa pudiera pronunciar una palabra le dice su marido: "-No había pan”... Un individuo fue a consultar al analista: "-Doctor, me gusta demasiado el sexo. No puedo estar ni un sólo día sin hacerlo. ¿Qué me aconseja?”. Le responde el siquiatra: "-Cásese. Ya se le irá quitando poco a poco”... FIN.