Por ser hoy día domingo dedicareme sólo a contar unos inanes chascarrillos. Tal es la tradición de esta columnejilla. Mañana publicaré un mensaje de enorme trascendencia para la República. Si la República –como casi todos sus habitantes- no se encuentra indispuesta a causa de las copiosas celebraciones de la temporada, el dicho mensaje la conmoverá... El padre Arsilio se dirigió a los elevadores del hotel, pero hubo de pasar por el lobby bar. Estaba en la barra una muchacha cuya antigua profesión se veía a las claras. La pindonga llama al mesero y le pide: "-Dame un curazao''. El padre Arsilio escucha aquello y muy enojado se dirige al barman: "-¡Y a mí dame una –uta frita!''... Dos jóvenes de modales finos habían quedado de encontrarse en el café, pero a uno de ellos se le hizo tarde peinándose. El otro fue a buscarlo, y llamó a la puerta del edificio. Se asoma su amigo por la ventana, todavía con el peine en la mano, y le dice con atiplada voz: "-Ya voy, manis. Me estoy amarrando un chino''. "-¡Ay! –profiere el otro-. ¡Si tiene un amigo dile que a mí también me gusta lo oriental!''... Un ciego pedía limosna a la entrada del cine. A los pocos minutos una señora lo vio en la sala acompañado de una morenaza. Le dice la señora con enojo: "-¿Qué no es usted ciego?''. "-Ciego soy -responde el individuo-. Manco no''... En el atestado autobús iba una rubia estupenda, alta, con un escote desde aquí hasta acá. Quedó frente a un pequeño señor de traza insignificante, cuyo rostro llegaba precisamente al exuberante busto de la chica. El chaparrín estaba con los ojos como plato: no podía despegar la vista de la imponente visión que tenía tan cerca. De pronto un hombrón se dirige a él, tonante. "-¡Oiga! -le dice con ronca voz, como rebudio-. ¿Qué está usted viendo?''. "-Na-nada, se-señor; nada'' -responde el menudito señor confuso y asustado. Le ordena el gigantón: "-Entonces hágase a un lado. Deje que los demás podamos ver''... Don Algón se quejaba de la nueva secretaria que le habían asignado. "-Es tan fea –decía- que cuando por mantener la tradición la persigo alrededor del escritorio lo hago muy despacio, no vaya a ser que la alcance''... El maduro esposo hacía arrumacos a su fogosa mujer. "-Ten cuidado, Feblicio -le advierte ella-. No prendas más fuego del que puedas apagar''... "-Estoy muy preocupado por mi hija -decía un padre de familia-. Le está cambiando la voz''. Replica alguien: “-A las muchachas no les cambia la voz''. "-A mí hija sí -insiste el señor-. Antes siempre decía ‘no’, y ahora está empezando a decir ‘sí’''... Un muchacho le cuenta a otro: "-Mi hermana lleva una semana en la cama''. "-¿Está enferma?'' –se preocupa el otro-. "-No, se casó'' -precisa el muchacho... Himenia Camafría, madura señorita soltera, leía el periódico. Le comenta a su amiguita Solsticia Sinpitier, célibe como ella: "-Están vendiendo dos jugadores del América''. Exclama la señorita Sinpitier: "-¡Qué coraje ser pobres! ¡Si tuviéramos dinero nos compraríamos uno para cada una!''... Este es el caso de dos maquinistas del ferrocarril. Uno era recién casado: el otro llevaba ya en la espalda varios años de matrimonio. Dice el joven: "-Cuando llego en el tren y paso por mi casa doy tres silbatazos. De ese modo mi esposa sabe que ya voy a llegar y me prepara el baño y la cena. Y también se prepara ella''. Dice el veterano: “-Yo cuando llego no toco el silbato. Voy a mi casa, toco el timbre de la puerta principal y luego voy corriendo a la de atrás. Ya he agarrado a ocho''... FIN.
