Don Galateo, lechero de los de antes, llegó a su casa a las 9 de la mañana después de hacer sus cotidianas entregas a domicilio. Muy grande fue su asombro -mayor su indignación- cuando al entrar en la recámara sorprendió a su esposa in fajanti con un desconocido. "-¿Qué es esto, Ubricia?” -reclama el lechero, furibundo-. "-Te lo puedo explicar, Galateo -responde la mujer-. Tú sabes la fama que tienen los lecheros. Así que me dije: ¡Qué diablos! ¿Por qué no introducir una variante en esa tradición?”. (¡Consuélate, don Galateo! Peor es el destino de las pobres vacas: todos los días les agarran el busto y nomás una vez al año les cumplen. Peor que a ti le fue a aquel minero que trabajaba en una mina de carbón: su esposa le demandó el divorcio porque una vez llegó a su casa, y traía blanca aquella cosa que te platiqué)... En un simposio cierta feminista fanática debatía con iracundia y acrimonia. "-¡Todo es machismo! -clamaba agresiva-. ‘!Machismo en todas partes! A ver: ¿por qué las veletas que sirven para indicar la dirección del viento tienen un gallo y no una gallina?”. "-Señora -responde uno de los participantes-. Si las veletas tuvieran gallinas les entraría el aire”... Viene ahora un chascarrillo pelandusco. Las personas cuya pudicia puede ser lastimada por esta laya de inverecundas dicacidades deben saltarse en la lectura hasta donde dice: "Si yo fuera el tiempo andaría muy encaboronado...”, etcétera... El recién casado llegaba a su casa por la noche y su flamante mujercita nunca le tenía la cena preparada. En lugar del condumio le ofrecía las prendas físicas del conyugal amor. No se quejaba él: enamorado, joven, anheloso, prefería los intensos deliquios del tálamo al módico placer de la menestra y sopa. Un día entró el muchacho a la morada y se asombró mucho al ver a su consorte deslizándose una y otra vez por el barandal de la escalera. "-¿Qué haces, Nalgarita?” -le pregunta con estupefacción. "-Aquí -responde ella-. Calentándote la cena”. (No le entendí. Vivir para ver, como decía Homero... Si yo fuera el tiempo andaría muy encaboronado. Y es que todo se lo dejamos a él. "El tiempo te dará resignación"... "El tiempo lo dirá"... "Dejemos que el tiempo arregle las cosas"... Para colmo hoy vengo yo con otra tarea para el tiempo. Sólo el tiempo nos dirá si hubo algún acuerdo secreto en este pronto arreglo del conflicto que habían planteado los dirigentes del sindicato petrolero. El presidente Fox se está jugando todo su capital político en el asunto del Pemexgate. Los famosos y decantados peces gordos se han escabullido de las redes. En el caso de Romero Deschamps deberá seguir el curso de la ley, y aplicarse la pena que corresponda al presunto delito cometido, en caso de que haya elementos de imputación contra los acusados. Tales elementos parecen estar claros. El problema es que si la investigación se lleva a sus últimas consecuencias la responsabilidad puede llegar a las más altas esferas de poder en la administración pasada. Y ese será otro cantar para quienes hasta ahora se han visto muy desafinados... "-Si lo hacemos -cede por fin ella- ¿no me perderás el respeto?”. "-¡Claro que no, mi amor!” -protesta él con encendida vehemencia. Lo hacen, entonces. Cuando termina el amoroso trance suena el teléfono. Contesta él y dice: "-Es para ti, mujer fácil”... FIN.