Un explorador perdió el rumbo en la selva africana y se encontró de pronto en territorio de antropófagos. Llegó a la aldea de los caníbales y advirtió con sorpresa que había ahí un restorán. El mesero le presentó la carta, y el explorador leyó el menú: "Misionero al mojo de ajo: 10 dólares. Cazador a las finas hierbas: 20 dólares. Político en su jugo: 150 dólares”. Muy intrigado pregunta el viajero: "-¿Por qué los políticos son el platillo más caro?”. Responde el camarero: "-¡Es que no sabe usted el trabajo que cuesta limpiarlos!”... Este chascarrillo, dicho sea sin buena intención, ejemplifica la idea que la gente suele tener de los políticos: personas dedicadas a la búsqueda del poder, para conseguir el cual hacen a un lado todo escrúpulo. Mala fama, en efecto, tienen los políticos. El lenguaje popular, que tanto ayuda para llegar al fondo de las ideas, ha dado al nombre del político una connotación muy especial. "-Cuídate de Fulano -suele decirse-. Es muy político”. Con eso se significa que el aludido es simulador, aranero, engañoso, rico en artificios, insincero, desleal, falso, calculador, astuto, pérfido, taimado, marrullero, intrigante, enredador, tramposo, maniobrero, embrollón, traicionero, pícaro y bribón. Claro, nadie es perfecto. Y sin embargo no hay actividad más noble a la que un ser humano pueda dedicarse que la política. Es la mayor ocasión para hacer el mayor bien al mayor número de personas. Por desgracia sucede casi siempre que el político busca el poder por el poder mismo. Entra en una carrera en la que se trata sólo de brincar el siguiente peldaño. Si en el curso de esa carrera se hace el bien es sólo porque eso ayuda en el ascenso. Tipo muy especial de ser humano es el político, que siente el ansia de poder como el hombre de religión siente la sed de Dios, como el artista el afán de la belleza, como el hombre de negocios el deseo de dinero. Se perfeccionará el político y alcanzará plenitud y autenticidad cuando aprenda que el poder por sí mismo no vale nada, y que sólo se justifica su búsqueda al utilizarlo no para adquirir más poder, sino para aplicarlo al bien de la comunidad en que el político actúa, y hacer que la vida de los demás sea mejor... La enfermera iba caminando muy pizpireta por el corredor del hospital. La detiene uno de los doctores. Reprimiendo la risa el médico le señala a la enfermera algo que ella no había advertido: traía un seno de fuera. "-¡Ay, doctor! -explica muy apenada la muchacha volviendo la dicha parte a su sitio-. ¡Esos internos, que nunca dejan las cosas en su lugar después de usarlas!”... El jefe de Babalucas lo invitó a ir con él a un viaje. Lo instaló en su cuarto del hotel y le dijo que al día siguiente se verían a las 8 de la mañana en la cafetería, para desayunar. Dieron las 8 y media y Babalucas no bajaba. El señor marcó el teléfono de su habitación, y le preguntó por qué se retrasaba. "-¡No puedo salir del cuarto!" -gime con voz de angustia el badulaque. "-¿Por qué no puedes salir?" -se asombra el jefe. "-Sólo hay tres puertas en la habitación -explica Babalucas-. Una es la del baño, la otra la del closet, y en la tercera está colgado un letrerito que dice: ‘No molestar’"... Una viejecita fue con el otorrinolaringólogo. Se quejaba de no oír bien por el lado derecho. El facultativo examinó el correspondiente oído, tomó una pincitas y extrajo de él un objeto extraño. Era un supositorio. "-¡Vaya! -se alegra la ancianita-. ¡Ahora ya sé dónde puse mi aparato auditivo!"... FIN.