Un hombre iba a hacer un viaje en avión. Al subir por la escalerilla oyó una voz tras sí que le decía: "-No subas a ese avión". Volvió la vista el hombre por ver quién le hablaba. A nadie vio. Siguió subiendo, pues. "-¡No subas a ese avión!" -se escuchó de nuevo la voz, más perentoria. El hombre, impresionado, volvió sobre sus pasos y no tomó el vuelo. De regreso a su casa oyó en el radio del automóvil la noticia: el avión se había estrellado al despegar; cero sobrevivientes. Como debía hacer el viaje el hombre fue a la estación del tren al día siguiente. Cuando se disponía a subir a su vagón oyó otra vez la voz: "-No subas a ese tren". Todavía con la impresión del suceso de la víspera el hombre obedeció esta vez sin vacilar, y regresó su casa. Por la tarde leyó la noticia en un vespertino: el tren había descarrilado; todos los pasajeros perecieron. Pasó una semana; el hombre ya no podía postergar su viaje. Se decidió a hacerlo en autobús. Cuando subía al vehículo, otra vez la voz, ahora más imperativa: "-¡No subas a ese autobús!". Se alejó el individuo con premura y fue a su casa. En las noticias de la noche, por la televisión, la funesta noticia nuevamente: el autobús había volcado; ninguno de los que iban en él quedó con vida. Salió al jardín el hombre, presa de angustia y desesperación, y gritó al cielo: "-¿Quién eres tú, oh voz, que así me llamas?". Se oyó la voz, solemne, majestuosa: "-Soy tu ángel guardián. El Señor me puso junto a ti para salvarte de todas las desgracias". "-¡Grandísimo caborón! -clamó con furia el hombre al escuchar aquello-. ¡¿Y entonces dónde ingaos estabas el día que me casé?!"... Hace muchos años -tantos que ya empiezo a recordarlos- fui director de una escuela preparatoria. Entre los varios partidos formados por los estudiantes para competir por la presidencia de la sociedad de alumnos había uno cuyo lema siempre me pareció notable. Decía así el tal lema: "Por una revolución sin cambios". Tengo la impresión de que ese eslogan puede servir para ilustrar la nueva actitud del PAN, y sobre todo la de su dirigente Bravo Mena. Ahora los panistas quieren que el cambio no cambie tanto. Don Luis Felipe comentó la actitud de los gobernadores que en modo beligerante reclaman al presidente Fox la disminución de los recursos que sus estados reciben de la Federación. Dijo: "... Me parece muy sospechosa la actitud supuestamente de federalismo y de agresividad contra el Gobierno y contra el Presidente, cuando durante tantos años, habiendo sido gobernadores en otros gobiernos, en los gobiernos del PRI, hayan sido silentes y totalmente callados ante fenómenos parecidos...". Dicho de otra manera, también el dirigente panista quiere una revolución sin cambios. Que gobierne un presidente panista, sí, pero que los gobernadores actúen como priístas, con la misma antigua sumisión al poder presidencial. Lo cierto es que Fox sigue dando traspiés a diestra y a siniestra, y casi no hay acto suyo que deje de suscitar, por unilateral y autoritario, la inmediata oposición de algún sector. ¿Cuánto tiempo más tardará el adalid del cambio en darse cuenta de que ya no gobierna a empleados de la Coca-Cola? (¡Bófonos!)... Terminó de beber su copa Babalucas. Le pregunta el cantinero: "-¿Le pongo otra igual?". Responde con enojo el tonto roque: "-¿Y para qué quiero yo dos copas vacías?"... Con dulce voz le pregunta Blanca Nieves a uno de los enanitos: "-¿Por qué ríen ustedes siempre cuando van caminando por el bosque?". Con la misma dulzura responde el enanito: "-Porque las hierbitas nos hacen cosquillitas en los estitos"... FIN.