Alguien le preguntó a doña Cresia, nueva rica: "-¿Es cierto que tu marido tiene un Picasso?". "-Él se lo cree -contesta ella, desdeñosa-, pero la verdad es que tiene un piquillo de este tamañito". (NOTA: En casos como éste el dueño del piquillo debe aplicar la sabia filosofía de la canción: "Trata de ser feliz con lo que tienes")... Miss Penny Senvy, feminista de las de antes, suele decir estas palabras dirigidas a las mujeres en trance de casarse: "Si piensas que puedes cambiar a tu hombre tendrás que esperar hasta que use pañales"... La señorita Sinpitier, madura célibe, llegó a su casa un día y encontró a su gato Afaltadé tendido sobre la alfombra de la sala. Inútilmente trató de reanimarlo. Con angustia lo tomó en sus brazos y lo llevó al veterinario. El facultativo revisa al yerto minino y da su diagnóstico, fatal: "-Está muerto". "-¡No puede ser, doctor!" -clama desesperada la señorita Sinpitier. Sale el veterinario y vuelve poco después con un finísimo perro doberman. El can, al ver al gato, se pone a gruñir amenazante, y luego ladra con fiereza. El micifuz no da señal de vida. "-Esto confirma mi diagnóstico, señorita -dice el veterinario-. Su gato ha muerto". "-Tiene usted razón, doctor -se resigna la señorita Sinpitier-. Si Afaltadé tuviera aún el más pequeño soplo de vida habría reaccionado ante la presencia de este animal, pues odiaba a los perros con todas las fuerzas de su ser". "-Acepte usted mi pésame y vaya sin cuidado -la despide el veterinario-. Yo me haré cargo de los restos del gatito". Una semana después la señorita Sinpitier recibió la cuenta del facultativo: mil cincuenta pesos. Sorprendida por el alto monto del recibo va con el doctor y le pregunta: "-¿Por qué cobró usted tanto? Lo único que hizo fue disponer del gato". Responde el veterinario: "-Yo cobré nada más 50 pesos. Los otros mil son los honorarios del perro"... A mí el asunto del Pemexgate me sigue haciendo ruido. Oíd: "Fssssss, trrrrttttt, oghhhhhrrrr, brakkkkkghhh". En Aguascalientes dijo el Presidente Fox que el Ejecutivo a su cargo había hecho ya todo lo que tenía que hacer en relación con el famoso caso. La afirmación no se ajusta del todo a lo que en Derecho debe ser. Los acusados del Pemexgate son solamente eso, indiciados, y por tanto les asiste una presunción de inocencia mientras no sean probados los ilícitos que se les imputan. Esa actividad probatoria no le corresponde al Poder Legislativo, o al Judicial, según propuso Fox: la tarea le toca al Ejecutivo a través de la Procuraduría correspondiente. Sería indebido especular en torno a un posible arreglo del Gobierno con el PRI o con los petroleros sobre la cuestión, pero la inactividad procesal que pareció sugerir el Presidente daría pábulo a toda suerte de suspicacias que a lo mejor serían de la misma laya de aquéllas que decía una viejita al confesarse: "-Me acuso, padre, de que levanto falsos que resultan ciertos"... Pregunta el inspector escolar en el examen público de educación sexual: "-¿Cómo se llama la bolsa que cubre los testículos de los mamíferos?". Pepito fue el primero en levantar la mano. El inspector, que ya lo conocía, dudaba en darle la palabra. Por fin, ante la ruidosa insistencia del chiquillo, se la dio. "-Es una palabra de siete letras" -anuncia Pepito. "-¿Ah sí? -tiembla el inspector-. ¿Cuál es esa palabra?". "-¡Escroto!" -responde triunfalmente Pepito. El inspector, la maestra y los padres de familia suspiran con alivio. Pero en eso añade Pepito con una gran sonrisa: "-¿A que creyeron que iba a decir 'cojones'?"... FIN.
