A la prima Celia Rima, versificadora por afición, se le ocurrió este epigrama a propósito del cambio de horario: "Algunos, con muy mal genio / y talante atrabiliario, / en vez de cambio de horario / piden cambio de sexenio"... La gatita de la casa tuvo crías. Le dice la niña a su mamá: "-Son tres gatitos y tres gatitas". "-¿Cómo lo sabes?" -sonríe la señora. Responde la pequeña: "-Mi papi los levantó y les vio abajo. Supongo que ahí tendrán algún letrerito"... La esposa de Babalucas le pregunta con enojo: "-¿Cómo puedes hacer tantas indejadas en un solo día?". Responde el tonto roque: "-Me levanto temprano". (Una mañana Babalucas bebía su jugo de naranja con los ojos cerrados y apretados los puños, en actitud de profunda abstracción. Le preguntó su señora: "-¿Qué te pasa? ¿Por qué tomas el jugo en esa forma?". Sin abrir los ojos Babalucas le señaló la etiqueta del frasco. Ahí decía: "Concentrado")... Llegó a la ciudad el campeón mundial de lucha grecorromana, e hizo una demostración. "-Acabo de inventar una nueva llave -dice-. Se llama 'La enroscadora'. Nadie ha podido hasta ahora soltarse de ella. ¿Hay algún voluntario que se ofrezca a someterse a 'La enroscadora'?". Dudaron todos, pero se puso en pie un hombrecito pequeño de estatura y escuchimizado. "-¿Tú?" -le pregunta con tono burlón el luchador. Responde algo asustado el chaparrín: "-Parece que nadie más está dispuesto". El luchador lo toma entre sus membrudos brazos; con un brusco movimiento de torsión lo derriba al suelo y queda sobre él en un confuso enredijo de brazos y de piernas. "-De aquí nadie ha podido escapar" -dice el famoso luchador a los presentes. En eso, como impulsado por una fuerza extraordinaria, el hombrecito sale disparado de entre los brazos potentes del campeón. "-No lo puedo creer -dice boquiabierto el gladiador-. Es la primera vez que alguien se libra de 'La enroscadora'". Después alguien le preguntaba al chaparrito cómo había hecho para escapar de aquel mortal abrazo. Y respondía él: "-Cuando me aplicó la llave alcancé a ver una entrepierna al alcance de mi boca. Desesperado, la mordí con todas mis fuerzas. Y no sabes lo que puede pasar cuando muerdes con todas tus fuerzas tu propia entrepierna"... A veces me viene a la memoria aquel antiguo sistema para aprender idiomas, el método Ollendorf. Se basaba en diálogos que parecían sacados del teatro del absurdo, pues nunca había relación entre la pregunta y la respuesta. Se trataba de dar al estudiante el mayor vocabulario posible. "-¿Quién tiene el portaplumas del alumno?". "-El paraguas de la duquesa se lo llevó el caballo". Una conversación así fue la que sostuvieron en Los Cabos el Presidente Fox y Bush. Mientras el mexicano pedía hablar de los migrantes el estadounidense machacaba en el único tema que hoy lo ocupa: el de su guerra contra Iraq. Y es que la nación vecina necesita de la guerra -es decir, de la muerte- para poder vivir. En Estados Unidos la paz es sinónimo de recesión. Deben entonces los vecinos poner en movimiento sus máquinas de guerra a fin de que la gente pueda comprar automóviles, y casa, y hamburguesas. También está el petróleo: hay que hacer la guerra para tener petróleo, pues de otra manera no habrá petróleo para hacer la guerra. Por eso el mundo civilizado ha negado su apoyo al belicoso texano, cuya actitud pugnaz concita ya más odio hacia Estados Unidos por parte de los países musulmanes. Y ese odio es anuncio cierto de nuevo terrorismo. Mejor cambio de tema... ¿En qué se parecen los zapatos nuevos a algunas mujeres? En que con un poquito de alcohol aflojan... FIN.
