Junto con dos amigos Babalucas organizó una conspiración contra el Gobierno. El complot fue descubierto, y los tres conjurados recibieron sentencia de muerte. Serían fusilados en el cementerio del lugar. Fue sacado el primero. "-¡Preparen! -ordena el jefe del pelotón de fusilamiento-. ¡Apunten!". "-¡Terremoto!" -grita el prisionero. Vacilaron los encargados de la ejecución, y el reo pudo escapar saltando entre las tumbas. Trajeron al segundo sentenciado. Ordena el jefe: "-¡Preparen!... ¡Apunten!...". "-¡Inundación!" -grita el hombre. Se desconcertaron los ejecutores, y su confusión fue aprovechada por el reo para saltar la tapia del panteón. Traen finalmente a Babalucas. El jefe empieza a dar las órdenes: "-¡Preparen!... ¡Apunten!...". "-¡Fuego!" -grita el tarugo... Doña Jodoncia y don Martiriano iban por la calle cuando pasó junto a ellos una guapísima muchacha de cintura juncal, torneadas piernas, generosa y bien acomodada dosis de caderamen y tetamen y provocativo atuendo: zapatos con tacón de 5 pulgadas; medias de malla; minifalda; escote pronunciado -por arriba se veía hasta abajo y por abajo se veía hasta arriba- y llamativo maquillaje. Su actitud y sus movimientos estaban llenos de sensualidad. "-¡Qué vergüenza! -prorrumpe con escándalo doña Jodoncia dirigiéndose a su esposo-. ¡Te juro que si yo me viera así no saldría nunca de la casa!". "-Para serte franco -replica tímidamente don Martiriano-, si tú te vieras así yo tampoco saldría nunca de la casa"... El tipo aquél, ya de mediana edad, llegó a pagar su compra a la caja del supermercado. Llevaba un litro de leche; un frasco pequeño de café instantáneo; una sola botella de refresco y una pizza congelada, tamaño individual. Le dice la cajera: "-Apuesto a que es usted soltero". "-¿Lo dices por lo que llevo? -pregunta el individuo-. El dato es insuficiente: podría ser divorciado". "-No -insiste la muchacha-. Es soltero". "-Es cierto -reconoce el tipo. Soy soltero. ¿Llegaste a esa conclusión por los artículos que compré?". "-No, -explica la muchacha-. Deduje que es usted soltero, y que nunca ha sido casado, porque está retefeo"... Una nueva conquista hicieron las mujeres mexicanas en su lucha por conseguir equidad de género. Ahora las profesionistas serán inscritas en el registro correspondiente con el nombre de su profesión en femenino: médica, abogada, arquitecta, ingeniera... Antes en el título profesional de las mujeres los dichos nombres aparecían con género masculino: Fulana de Tal, médico cirujano. La Academia reconoce ya el femenino en los nombres de las profesiones, y ahora lo reconoce también la ley. Hay otra buena noticia, menos notoria. Aquella docta corporación, la Real Academia Española, se había resistido a que la mujer poeta se llamara así, poeta. Atribuía a este sustantivo el género masculino, exclusivamente, y reservaba el nombre "poetisa" para la mujer. Sigue conservando esta palabra, nada eufónica, pero en la nueva edición de su diccionario da a la palabra "poeta" el género común, aplicable tanto al hombre como a la mujer. Así que ahora, a diferencia de antes, se puede decir con absoluta corrección: Fulana de Tal, poeta. En buena hora. Pequeños logros parecen éstos, pero ninguno es poco si contribuye a que superemos todos juntos -hombres y mujeres- las condiciones de desigualdad... Le dice una muchacha a otra: "-El pantalón que traigo debe ser de lana virgen". "-¿Por qué lo piensas?". Responde la muchacha: "-Porque sin quererlo yo las piernas se me cruzan"... FIN.