Después de resistir por mucho tiempo Dulcilí accedió por fin a dar a Libidiano la gala de doncellez que había guardado para entregarla solamente al hombre a quien daría el dulce título de esposo. Una última reserva le quedaba, sin embargo. "-Si hago lo que me pides -pregunta con timidez a su galán- ¿me seguirás respetando?". "-¡Por supuesto que sí, mi amor! -jura con encendido acento el lúbrico amador-. ¡Te juro que el respeto que siento por ti, en vez de amenguar, se acrecerá después de que te entregues a mí! Es más: si así lo quieres, a partir de ese momento te hablaré de usted: '¿Cómo le va? ¿Cómo ha estado?' etcétera"... ¡Ah! Con cuánta razón Ovidio dijo aquello de Iuppiter ex alto periuria ridet amantum. (Ars amatoria, I, 633). Es cierto: desde lo alto Júpiter se ríe de los falsos juramentos de los amantes. Dulcilí creyó en la vana promesa del embaidor y cedió, es decir, se dio. Terminado el trance pregunta ella : "-¿Me sigues respetando aún?" Y replica él con enojo dándole la espalda: "-¡Déjame dormir, pirujilla!"... El antedicho cuento tiene una moraleja: la única manera de ganar el respeto de los demás es dándose a respetar. ¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes la tarjeta de crédito? Hay quienes se preguntan cuál será el voto de México en relación con la guerra que Bush pretende hacer a Iraq. Ni siquiera por un momento han de dudar nuestros representantes al emitir el voto mexicano: debemos adoptar la posición francesa -estoy hablando de relaciones internacionales-, que autoriza el ataque norteamericano sólo a condición de que se compruebe mediante inspección ocular que Iraq tiene dispositivos bélicos que ponen en peligro la seguridad de los países de Occidente. Si queremos el respeto de los Estados Unidos asumamos una actitud ética y apartémonos de las prácticas de servilismo y sumisión que durante mucho tiempo mostramos hacia nuestro poderoso vecino a fin de merecer sus dádivas y su favor. Los tiempos han cambiado. Votemos con apego a nuestra conciencia. Y ésta no puede inclinarnos a apoyar una guerra fincada sólo en el capricho de un hombre o en el interés de poderosos grupos económicos. He dicho... En el bar dice uno de los parroquianos: "-El cuerpo humano está formado por más de un 90 por ciento de agua". Escucha aquello un borrachito y grita: "-¡Tráiganme a Paulina Rubio con un popote, por favor!"... Ayer hubo una reunión de damas en Beverly Hills, California. Acordaron reunir fondos para comprar despensas y entregarlas en Navidad a los pobres que tienen nada más una alberca en su casa... Dos norteamericanos viajaron a México. Querían poner un negocio de bungee, ese riesgoso juego que consiste en lanzarse desde una elevada estructura atado a una cuerda elástica. Buscaron un pequeño pueblo, y en la plaza empezaron a levantar la torre. Una multitud de curiosos se reunió a observar la extraña obra. Cuando la torre estuvo terminada uno de los americanos se fue al hotel a descansar, y el otro se quedó a cuidar las instalaciones. Había tanta gente, sin embargo, que decidió dar la primera demostración saltando él mismo de la torre. Una hora después llegó al hotel. Su compañero se asustó al verlo: iba lleno de cardenales y chichones, sangraba profusamente por nariz y boca y traía dos o tres costillas rotas. "-¿Qué te sucedió?" -le pregunta espantado. "-Salté de la torre" -contesta con voz feble el infeliz. "-¿Y la cuerda estaba demasiado larga? -inquiere el otro con alarma-. ¿Te golpeaste contra el suelo?". "-No -responde el lacerado-. Pero dime: ¿qué diablos es una piñata?"... FIN.