Afrodisio iba en el coche con su esposa. Por la acera caminaba una muchacha sobre la cual la Madre Naturaleza había derramado todos los muníficos dones de su opima y providente cornucopia: tenía más curvas que un compás, mucha materia en qué sentarse, y atributos pectorales suficientes para cumplir el Programa de Desayunos Escolares durante un año en cualquier país de América Latina. La bien dotada chica ve a Afrodisio y lo saluda con efusión alegre. Le envía besos con la mano; le hace fiestas y carantoñas afectuosas. Otelia -así se llama la esposa de Afrodisio- se puso hecha un obelisco. (NOTA DEL EDITOR: Seguramente nuestro amable colaborador quiso decir "basilisco"). En frenético arrebato de fuliginosos celos urticantes le reclama a su cónyuge en tono descompuesto: "-¡Oye! ¿Por qué te saluda así esa pelandusca?''. Responde el cínico Afrodisio: "-Porque vas conmigo. Cuando no vas me saluda más amorosamente''... A aquel antipático individuo le decían "El Toro Mecánico''. Nadie lo aguantaba más de 8 segundos... En cierta aldea del Nilo ocurrió en tiempos de la antigüedad una tragedia deplorable: un niño se acercó demasiado a la orilla del gran río y fue devorado por un cocodrilo que acechaba. Cuando en la tarde llegó el padre de la infeliz criatura su esposa le comunicó entre lágrimas la noticia del acaecimiento."-A ver si tienes más cuidado, Apisia -le dice con enojo el tipo-. No voy a pasarme todos los días chambeando en la pirámide y luego en las noches follando en la casa nomás pa' que los cocodrilos tengan qué comer''... La mamá de Babalucas platicaba con una amiga. Le dice ésta: "-¡Qué trabajador es tu hijo! ¡Trabaja los siete días de la semana!''. Contesta la señora: "-No es que sea trabajador. Lo que pasa es que el pobre no sabe hacer otra cosa''... El marido llegó a su casa a altas horas de la noche. Le dice con suspicacia su mujer: "-Te veo los ojos muy colorados, Pedancio''. Responde el individuo con tartajosa voz: "-¡Y no sabes cómo se ve de aquí para allá!''... Le comentaba un niño a otro: "-Mi abuelita es muy terca. Bajaba la escalera deslizándose por el barandal. Mi papá se lo prohibió por miedo de que se cayera, pero ella es obstinada, y continuó bajando así. Entonces mi papá, a fin de quitarle la costumbre, puso alambre de púas en el barandal''. Dice el otro niño: "-Desde luego tu abuelita dejó de deslizarse por ahí''. Responde el primero: "-Ya te dije que es muy terca. Sigue deslizándose, pero ahora más despacito''... La suegra de aquel tipo le contaba un sueño que había tenido. "-Soñé que me moría -relataba-, y vi el lugar preciso donde, por mis merecimientos, estaré en el otro mundo''. "-¿Y qué la despertó, suegrita? -le pregunta su yerno con fingida solicitud-. ¿El intensísimo calor que hacía ahí?''... En el corral le dice una gallina a otra: "-Cuídate de ese gallo. Es muy violento y muy fogoso al hacer el amor. Cada vez que me pisa, duro hasta quince días poniendo huevos revueltos''... Comentaba la tía Uglicia: "-Yo no creo en los milagros''. Le pregunta Pepito: "-¿Y entonces por qué vas a la estética?''... El eminente biólogo daba una conferencia. "-En esta probeta -dice-, a la cual llamaremos 'Probeta A', se encuentran los elementos que forman la esperma del varón. En esta otra, que llamaremos 'Probeta B', se hallan los componentes químicos presentes en el óvulo de la mujer. Si juntamos el contenido de las dos probetas presenciaremos el nacimiento de la vida''. Uno de los oyentes pide: "-¿Podemos ver una demostración?''. Responde el eminente biólogo: "-Lo siento, esta noche no. Parece que a la Probeta B le duele la cabeza''... FIN.
